domingo, 3 de agosto de 2008
Lc 8, 37-39 Cuenta todo lo que Dios ha hecho por ti
(Lc 8, 37-39) Cuenta todo lo que Dios ha hecho por ti
[37] Todos los gerasenos pidieron a Jesús que se alejara de allí, porque estaban atemorizados; y él, subiendo a la barca, regresó. [38] El hombre del que salieron los demonios le rogaba que lo llevara con él, pero Jesús lo despidió, diciéndole: [39] «Vuelve a tu casa y cuenta todo lo que Dios ha hecho por ti». Él se fue y proclamó en toda la ciudad lo que Jesús había hecho por él.
(C.I.C 394) La Escritura atestigua la influencia nefasta de aquel a quien Jesús llama "homicida desde el principio" (Jn 8,44) y que incluso intentó apartarlo de la misión recibida del Padre (cf. Mt 4,1-11). "El Hijo de Dios se manifestó para deshacer las obras del diablo" (1Jn 3,8). La más grave en consecuencias de estas obras ha sido la seducción mentirosa que ha inducido al hombre a desobedecer a Dios. (C.I.C 395) Sin embargo, el poder de Satán no es infinito. No es más que una criatura, poderosa por el hecho de ser espíritu puro, pero siempre criatura: no puede impedir la edificación del Reino de Dios. Aunque Satán actúe en el mundo por odio contra Dios y su Reino en Jesucristo, y aunque su acción cause graves daños -de naturaleza espiritual e indirectamente incluso de naturaleza física- en cada hombre y en la sociedad, esta acción es permitida por la divina providencia que con fuerza y dulzura dirige la historia del hombre y del mundo. El que Dios permita la actividad diabólica es un gran misterio, pero "nosotros sabemos que en todas las cosas interviene Dios para bien de los que le aman" (Rm 8,28).
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