lunes, 17 de marzo de 2008

Mt 7, 15-20 Todo árbol bueno produce frutos buenos

(Mt 7, 15-20) Todo árbol bueno produce frutos buenos
[15] Tengan cuidado de los falsos profetas, que se presentan cubiertos con pieles de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. [16] Por sus frutos los reconocerán. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos o higos de los cardos? [17] Así, todo árbol bueno produce frutos buenos y todo árbol malo produce frutos malos. [18] Un árbol bueno no puede producir frutos malos, ni un árbol malo, producir frutos buenos. [19] Al árbol que no produce frutos buenos se lo corta y se lo arroja al fuego. [20] Por sus frutos, entonces, ustedes los reconocerán.
(C.I.C 2584) A solas con Dios, los profetas extraen luz y fuerza para su misión. Su oración no es una huida del mundo infiel, sino una escucha de la palabra de Dios, es, a veces un debatirse o una queja, y siempre una intercesión que espera y prepara la intervención del Dios salvador, Señor de la historia (cf. Am 7, 2. 5; Is 6, 5. 8. 11; Jr 1, 6; 15, 15-18; 20, 7-18). (C.I.C 2285) El escándalo adquiere una gravedad particular según la autoridad de quienes lo causan o la debilidad de quienes lo padecen. Inspiró a nuestro Señor esta maldición: “Al que escandalice a uno de estos pequeños que creen en mí […], más le vale que le cuelguen al cuello una de esas piedras de molino que mueven los asnos y le hundan en lo profundo del mar” (Mt 18, 6; cf. 1Co 8, 10-13). El escándalo es grave cuando es causado por quienes, por naturaleza o por función, están obligados a enseñar y educar a otros. Jesús, en efecto, lo reprocha a los escribas y fariseos: los compara a lobos disfrazados de corderos (cf. Mt 7, 15).

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