viernes, 14 de marzo de 2008

Mt 6, 10 Se haga tu voluntad

(Mt 6, 10) Se haga tu voluntad
[10] Que se haga tu voluntad en la tierra como en el cielo.
(C.I.C 2822) La voluntad de nuestro Padre es "que todos los hombres […] se salven y lleguen al conocimiento pleno de la verdad" (1Tm 2, 4). El "usa de paciencia […] no queriendo que algunos perezcan" (2P 3, 9; cf. Mt 18, 14). Su mandamiento que resume todos los demás y que nos dice toda su voluntad es que nos amemos los unos a los otros como él nos ha amado (cf. Jn 13, 34; 1Jn 3; 4; Lc 10, 25-37). (C.I.C 2823) El nos ha dado a "conocer […] el Misterio de su voluntad según el benévolo designio que en él se propuso de antemano [...] hacer que todo tenga a Cristo por Cabeza [...] a El por quien entramos en herencia, elegidos de antemano según el previo designio del que realiza todo conforme a la decisión de su Voluntad" (Ef 1, 9-11). Pedimos con insistencia que se realice plenamente este designio benévolo, en la tierra como ya ocurre en el cielo. (C.I.C 2824) En Cristo, y por medio de su voluntad humana, la voluntad del Padre fue cumplida perfectamente y de una vez por todas. Jesús dijo al entrar en el mundo: " He aquí que yo vengo, oh Dios, a hacer tu voluntad" (Hb 10, 7; cf. Sal 40, 7). Sólo Jesús puede decir: "Yo hago siempre lo que le agrada a El" (Jn 8, 29). En la oración de su agonía, acoge totalmente esta Voluntad: "No se haga mi voluntad sino la tuya" (Lc 22, 42; cf. Jn 4, 34; 5, 30; 6, 38). He aquí por qué Jesús "se entregó a sí mismo por nuestros pecados […] según la voluntad de Dios" (Ga 1, 4). "Y en virtud de esta voluntad somos santificados, merced a la oblación de una vez para siempre del cuerpo de Jesucristo" (Hb 10, 10). (C.I.C 2826) Por la oración, podemos "discernir cuál es la voluntad de Dios" (cf. Rm 12, 2; Ef 5, 17) y obtener "constancia para cumplirla" (cf. Hb 10, 36). Jesús nos enseña que se entra en el Reino de los cielos, no mediante palabras, sino "haciendo la voluntad de mi Padre que está en los cielos" (Mt 7, 21).

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