jueves, 13 de marzo de 2008

Mt 6, 7-8 Cuando oren, no hablen mucho

(Mt 6, 7-8) Cuando oren, no hablen mucho
[7] Cuando oren, no hablen mucho, como hacen los paganos: ellos creen que por mucho hablar serán escuchados. [8] No hagan como ellos, porque el Padre que está en el cielo sabe bien qué es lo que les hace falta, antes de que se lo pidan.
(C.I.C 2759) "Estando él [Jesús] en cierto lugar, cuando terminó, le dijo uno de sus discípulos: 'Maestro, enséñanos a orar, como enseñó Juan a sus discípulos.'" (Lc 11, 1). En respuesta a esta petición, el Señor confía a sus discípulos y a su Iglesia la oración cristiana fundamental. San Lucas da de ella un texto breve (con cinco peticiones: cf. Lc 11, 2-4), San Mateo una versión más desarrollada (con siete peticiones: cf. Mt 6, 9-13). La tradición litúrgica de la Iglesia ha conservado el texto de San Mateo: Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. (C.I.C 2761) "La oración del Señor o dominical es, en verdad el resumen de todo el Evangelio" (Tertuliano, De oratione, 1, 6: PL 1,1255). "Cuando el Señor hubo legado esta fórmula de oración, añadió: 'Pedid y se os dará' (Jn 16,24). Por tanto, cada uno puede dirigir al cielo diversas oraciones según sus necesidades, pero comenzando siempre por la oración del Señor que sigue siendo la oración fundamental" (Tertuliano, De oratione, 10; PL 1, 1268-1269).

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