lunes, 17 de junio de 2019
Comentario CIC al YouCat. Pregunta n. 506.
(Respuesta YouCat) Precisamente lo
característico de la oración es que se pasa del yo al tú, del ensimismamiento a
la apertura radical. Quien ora realmente puede experimentar que Dios habla y
que frecuentemente habla de forma diferente a lo que nosotros deseamos y
esperamos.
Reflecciones y puntos a profundizar (Comentario CIC) (C.I.C 2742) "Orad
constantemente" (1Ts 5, 17), "dando gracias continuamente y por todo
a Dios Padre, en nombre de Nuestro Señor Jesucristo" (Ef 5, 20),
"siempre en oración y suplica, orando en toda ocasión en el Espíritu,
velando juntos con perseverancia e intercediendo por todos los santos" (Ef
6, 18)."No nos ha sido prescrito trabajar, vigilar y ayunar
constantemente; pero sí tenemos una ley que nos manda orar sin cesar"
(Evagrio Pontico, Capita practica ad
Anatolium, 49: PG 40, 1245). Este ardor incansable no puede venir más que
del amor. Contra nuestra inercia y nuestra pereza, el combate de la oración es
el del amor humilde, confiado y
perseverante. Este amor abre nuestros corazones a tres evidencias de fe,
luminosas y vivificantes:
Para meditar
(Comentario
YouCat) Los orantes experimentados dicen que con frecuencia se sale de la
oración de forma diferente a como se ha entrado. A veces se cumplen las
expectativas: uno está triste y es consolado; uno está desanimado y logra una
nueva fuerza. Pero también puede suceder que uno quiera olvidar las
dificultades y se encuentre en una inquietud aún mayor; que uno quiera que le
dejen tranquilo y reciba una misión. Un verdadero encuentro con Dios, como
sucede continuamente en la oración, puede alterar nuestras ideas, tanto de Dios
como de la oración.
(Comentario CIC) (C.I.C
2743) Orar es siempre posible: El
tiempo del cristiano es el de Cristo resucitado que está con nosotros, “todos
los días” (Mt 28, 20), cualesquiera que sean las tempestades (cf. Lc 8, 24).
Nuestro tiempo está en las manos de Dios: “Conviene que el hombre ore
atentamente, bien estando en la plaza o mientras da un paseo: igualmente el que
está sentado ante su mesa de trabajo o el que dedica su tiempo as otras
labores, que levante su alma a Dios: conviene también que el siervo alborotador
o que anda yendo de un lado para otro, o el que se encuentra sirviendo en la
cocina […], intenden elevar la súplica desde lo más hondo de su corazón” (San
Juan Crisóstomo, De Anna, sermón 4,
6: PG 54, 668).
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