lunes, 29 de enero de 2018
Comentario CIC al YouCat Pregunta n. 259.
(Respuesta
YouCat – repeticion) Por el Bautismo Cristo nos ha convertido en un reino de
«sacerdotes para Dios, su Padre» (Ap 1,6). Por el sacerdocio común, todo
cristiano está llamado a actuar en el mundo en nombre de Dios y a transmitirle
su bendición y su gracia. Sin embargo, en el Cenáculo y en el envío de los Apóstoles,
Cristo ha dotado a algunos con un poder sagrado para el servicio de los
creyentes; estos sacerdotes ordenados representan a Cristo como pastores de su
pueblo y cabeza de su Cuerpo, la Iglesia.
Reflecciones y puntos a profundizar (Comentario CIC) (C.I.C 1550)
Esta presencia de Cristo en el ministro no debe ser entendida como si éste
estuviese exento de todas las flaquezas humanas, del afán de poder, de errores,
es decir del pecado. No todos los actos del ministro son garantizado s de la
misma manera por la fuerza del Espíritu Santo. Mientras que en los sacramentos
esta garantía es dada de modo que ni siquiera el pecado del ministro puede
impedir el fruto de la gracia, existen muchos otros actos en que la condición
humana del ministro deja huellas que no son siempre el signo de la fidelidad al
evangelio y que pueden dañar por consiguiente a la fecundidad apostólica de la
Iglesia.
Para meditar
(Comentario YouCat) La misma
palabra «sacerdote» usada para expresar dos realidades relacionadas, pero con
una diferencia «esencial y no sólo en grado» (Concilio Vaticano II , LG), lleva
a menudo a confusión. Por un lado tenemos que darnos cuenta con gozo de que
todos Los bautizados somos sacerdotes, porque vivimos en Cristo y participamos
de todo Lo que él es y hace. ¿Por qué entonces no pedimos constantemente
bendiciones para este mundo? Por otra parte tenemos que escubrir de nuevo el
don de Dios a su Iglesia, que son Los sacerdotes ordenados, que representan
entre nosotros al mismo Señor.
(Comentario CIC) (C.I.C
1551) Este sacerdocio es ministerial. "Esta Función […], que el Señor confió a los
pastores de su pueblo, es un verdadero servicio"
(Lumen gentium, 24). Está enteramente
referido a Cristo y a los hombres. Depende totalmente de Cristo y de su
sacerdocio único, y fue instituido en favor de los hombres y de la comunidad de
la Iglesia. El sacramento del Orden comunica "un poder sagrado", que no
es otro que el de Cristo. El ejercicio de esta autoridad debe, por tanto,
medirse según el modelo de Cristo, que por amor se hizo el último y el servidor
de todos (cf. Mc 10,43-45; 1P 5,3). "El Señor dijo claramente que la
atención prestada a su rebaño era prueba de amor a Él" (San Juan
Crisóstomo, De sacerdotio 2, 4: PG 48, 635; cf. Jn 21,15-17).
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