martes, 16 de enero de 2018
Comentario CIC al YouCat Pregunta n. 250
(Respuesta YouCat – repeticion) Los sacerdotes de la
Antigua Alianza consideraban su tarea la mediación entre lo celestial y lo
terreno, entre Dios y su pueblo. Puesto que Cristo es el único «mediador entre
Dios y los hombres» (1 Tim 2,5), es él quien ha cumplido y finalizado ese
sacerdocio. Después de Cristo sólo puede existir un sacerdocio ordenado en
Cristo, en el sacrificio de Cristo en la Cruz y a través de la vocación de
Cristo y la misión apostólica.
Reflecciones y
puntos a profundizar (Comentario
CIC) (C.I.C 1547) El sacerdocio ministerial o
jerárquico de los obispos y de los presbíteros, y el sacerdocio común de todos
los fieles, "aunque su diferencia es esencial y no sólo en grado, están
ordenados el uno al otro; ambos, en efecto, participan (Lumen gentium, 10), cada uno a su manera, del único sacerdocio de
Cristo" (Lumen gentium, 10). ¿En
qué sentido? Mientras el sacerdocio común de los fieles se realiza en el
desarrollo de la gracia bautismal (vida de fe, de esperanza y de caridad, vida
según el Espíritu), el sacerdocio ministerial está al servicio del sacerdocio
común, en orden al desarrollo de la gracia bautismal de todos los cristianos.
Es uno de los medios por los cuales
Cristo no cesa de construir y de conducir a su Iglesia. Por esto es transmitido
mediante un sacramento propio, el sacramento del Orden.
Para meditar
(Comentario YouCat) El sacerdote católico que administra
Los sacramentos, no actúa por su propio poder o en virtud de su perfección
moral (de la que desgraciadamente carece a menudo), sino «in persona Christi».
El sacramento del Orden le confiere el poder transformador, sanador y salvífico
de Cristo. Dado que un sacerdote no tiene nada por sí mismo, es ante todo un
servidor. De aquí que un signo para reconocer a un auténtico sacerdote sea el
asombro humilde ante su propia vocación.
(Comentario CIC) (C.I.C
1549) Por el ministerio ordenado, especialmente por
el de los obispos y los presbíteros, la presencia de Cristo como cabeza de la
Iglesia se hace visible en medio de la comunidad de los creyentes. Según la
bella expresión de San Ignacio de Antioquía, el obispo es typos tou Patros, es imagen viva de Dios Padre (San Ignacio de
Antioquía, Epistula ad Trallianos 3, 1;
Epistula ad Magnesios 6, 1).
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