domingo, 31 de julio de 2016
Comentario CIC al YouCat. Pregunta n. 67.
(Respuesta YouCat – repetición) En el fondo
el pecado es el rechazo de Dios y la negativa a aceptar su amor. Esto se
muestra en el desprecio de sus mandamientos.
Reflecciones y puntos a profundizar (Comentario CIC) (C.I.C 1851) Es precisamente en la Pasión, en la
que la misericordia de Cristo vencería, done el pecado manifiesta mejor su
violencia y su multiplicidad: incredulidad, rechazo y burlas por parte de los
jefes y del pueblo, debilidad de Pilato y crueldad de los soldados, traición de
Judas tan dura a Jesús, negaciones de Pedro y abandono de los discípulos. Sin
embargo, en la hora misma de las tinieblas y del príncipe de este mundo (Cf. Jn
14, 30), el sacrificio de Cristo se convierte secretamente en la fuente de la
que brotará inagotable el perdón de nuestros pecados. (C.I.C 1846) El Evangelio es la revelación, en Jesucristo, de la
misericordia de Dios con los pecadores (Cf. Lc 15). El ángel anuncia a José:
‘Tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados’
(Mt 1, 21). Y en la institución de la Eucaristía, sacramento de la redención,
Jesús dice: ‘Esta es mi sangre de la Alianza, que va a ser derramada por muchos
para remisión de los pecados’ (Mt 26, 28).
Para Meditar
(Comentario YouCat) El pecado es más que un
comportamiento incorrecto; tampoco es una debilidad psíquica. En lo más hondo
de su ser, todo rechazo o destrucción de algo bueno es el rechazo del Bien por
excelencia, el rechazo de Dios. En su dimensión más honda y terrible, el pecado
es la separación de Dios y con ello la separación de la fuente de la vida. Por
eso también la muerte es la consecuencia del pecado. Solamente en Jesús
comprendemos lainconmensurable dimensión del pecado: Jesús sufrió el rechazo de
Dios en su propio cuerpo. Tomó sobre sí la violencia mortal del pecado, para
que no nos toque a nosotros. Para ello tenemos la palabra Redención.
(Comentario
CIC) (C.I.C 1847) Dios “que te ha creado sin ti, no te salvará sin ti”
(San Agustín, Sermo 169, 11, 13: PL 38, 923). La acogida de su misericordia exige
de nosotros la confesión de nuestras faltas. ‘Si decimos que no tenemos pecado,
nos engañamos y la verdad no está en nosotros. Si reconocemos nuestros pecados,
fiel y justo es él para perdonarnos los pecados y purificarnos de toda
injusticia’ (1Jn 1,8-9).
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