sábado, 23 de julio de 2016
Comentario CIC al YouCat. Pregunta n. 64.
(Respuesta YouCat – repetición) Dios, que
es amor y el prototipo de comunión, ha creado al hombre como varón y mujer para
que conjuntamente sean imagen de su esencia.
Reflecciones y puntos a profundizar (Comentario CIC) (C.I.C 416) Por su pecado, Adán, en cuanto primer
hombre, perdió la santidad y la justicia originales que había recibido de Dios
no solamente para él, sino para todos los humanos.
Para Meditar
(Comentario YouCat) Dios ha hecho al hombre de
modo que sea varón o mujer y anhele la plenitud y La totalidad en el encuentro
con el otro sexo. Los hombres y las mujeres tienen absolutamente la misma
dignidad, pero expresan en el desarrollo creativo de su servaron o mujer
diferentes aspectos de la perfección de Dios. Dios no es varón ni mujer, pero
se ha revelado como padre (Le 6,36) y como madre (Is 66,13). En el amor del
varón y La mujer, especialmente en La comunión del matrimonio, donde varón y
mujer se hacen «una sola carne» (Gen 2,24), los hombres pueden intuir algo de
La felicidad de La unión con Dios, en la que cada hombre encuentra su plenitud
definitiva. Así como el amor de Dios es fiel, también el amor del varón y la
mujer busca ser fiel; y este amor es creador aL modo de Dios, porque del
matrimonio brota nueva vida.
(Comentario
CIC) (C.I.C 260) El fin último de toda la economía divina es la entrada
de las criaturas en la unidad perfecta de la Bienaventurada Trinidad (cf. Jn
17,21-23). Pero desde ahora somos llamados a ser habitados por la Santísima
Trinidad: "Si alguno me ama -dice el Señor - guardará mi Palabra, y mi
Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada en él" (Jn 14,23).
“Dios mío, Trinidad que adoro, ayúdame a olvidarme enteramente de mí misma para
establecerme en ti, inmóvil y apacible como si mi alma estuviera ya en la eternidad;
que nada pueda turbar mi paz, ni hacerme salir de ti, mi inmutable, sino que
cada minuto me lleve más lejos en la profundidad de tu Misterio. Pacifica mi
alma. Haz de ella tu cielo, tu morada amada y el lugar de tu reposo. Que yo no
te deje jamás solo en ella, sino que yo esté allí enteramente, totalmente
despierta en mi fe, en adoración, entregada sin reservas a tu acción creadora
(Beata Isabel de la Trinidad, Élévation a
la Trinité: Ecrits spirituels, 50).
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