sábado, 16 de julio de 2016
Comentario CIC al YouCat. Pregunta n. 61.
(Respuesta YouCat) El alma es lo que hace a
cada hombre ser hombre: su principio vital espiritual, lo más íntimo de su ser.
El alma es la causa de que el cuerpo material sea un cuerpo humano vivo. Por el
alma el hombre es el ser que puede decir «Yo» y existe ante Dios como individuo
inconfundible.
Reflecciones y puntos a profundizar (Comentario CIC) (C.I.C 362) La persona
humana, creada a imagen de Dios, es un ser a la vez corporal y espiritual. El
relato bíblico expresa esta realidad con un lenguaje simbólico cuando afirma
que "Dios formó al hombre con polvo del suelo e insufló en sus narices
aliento de vida y resultó el hombre un ser viviente" (Gn 2,7). Por tanto,
el hombre en su totalidad es querido
por Dios. (C.I.C 363) A menudo, el término
alma designa en la Sagrada Escritura la vida
humana (cf. Mt 16,25-26; Jn 15,13) o toda la persona humana (cf. Hch 2,41). Pero designa también lo que hay de
más íntimo en el hombre (cf. Mt 26,38; Jn 12,27) y de más valor en él (cf. Mt
10,28; 2 M 6,30), aquello por lo que es particularmente imagen de Dios:
"alma" significa el principio
espiritual en el hombre.
Para Meditar
(Comentario YouCat) Los hombres son seres
corporales y espirituales. El espíritu del hombre es más que una función del
cuerpo y no se puede explicar a partir de la constitución material delhombre.
La razón nos dice: Tiene que existir un principio espiritual que, unido al
cuerpo, no sea, sin embargo, idéntico a éste. Lo llamamos «alma». Aunque el
alma no se puede «probar» de modo científico, no se puede comprender al hombre
como ser espiritual sin suponer este principio espiritual del hombre, que
excede a la materia.
(Comentario
CIC) (C.I.C 364) El cuerpo
del hombre participa de la dignidad de la "imagen de Dios": es cuerpo
humano precisamente porque está animado por el alma espiritual, y es toda la
persona humana la que está destinada a ser, en el Cuerpo de Cristo, el Templo
del Espíritu (cf. 1Co 6,19-20; 15,44-45): “Uno en cuerpo y alma, el hombre, por
su misma condición corporal, reúne en sí los elementos del mundo material, de
tal modo que, por medio de él, éstos alcanzan su cima y elevan la voz para la
libre alabanza del Creador. Por consiguiente, no es lícito al hombre despreciar
la vida corporal, sino que, por el contrario, tiene que considerar su cuerpo
bueno y digno de honra, ya que ha sido creado por Dios y que ha de resucitar en
el último día (Gaudium et spes, 14).
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