jueves, 18 de febrero de 2016
597. ¿Por qué concluimos suplicando «Y líbranos del mal»? (Primera parte)
(Compendio
597) El mal designa la persona de Satanás, que se opone a Dios y que es «el
seductor del mundo entero» (Ap 12, 9). La victoria sobre el diablo ya fue
alcanzada por Cristo; pero nosotros oramos a fin de que la familia humana sea
liberada de Satanás y de sus obras. Pedimos también el don precioso de la paz y
la gracia de la espera perseverante en el retorno de Cristo, que nos librará
definitivamente del Maligno.
Resumen
(C.I.C 2864) En
la última petición, "y líbranos del mal", el cristiano pide a Dios
con la Iglesia que manifieste la victoria, ya conquistada por Cristo, sobre el
"Príncipe de este mundo", sobre Satanás, el ángel que se opone
personalmente a Dios y a Su plan de salvación.
Profundizar y modos
de explicaciones
(C.I.C 2850) La
última petición a nuestro Padre está también contenida en la oración de Jesús:
"No te pido que los retires del mundo, sino que los guardes del
Maligno" (Jn 17, 15). Esta petición concierne a cada uno individualmente,
pero siempre quien ora es el "nosotros", en comunión con toda la Iglesia
y para la salvación de toda la familia humana. La oración del Señor no cesa de
abrirnos a las dimensiones de la Economía de la salvación. Nuestra
interdependencia en el drama del pecado y de la muerte se vuelve solidaridad en
el Cuerpo de Cristo, en "comunión con los santos" (cf. Reconciliatio et paenitentia, 16).
(C.I.C 2851) En esta petición, el mal no es una abstracción, sino que designa
una persona, Satanás, el Maligno, el ángel que se opone a Dios. El
"diablo" (diá-bolos) es
aquél que "se atraviesa" en el designio de Dios y su “obra de
salvación” cumplida en Cristo.
Para la reflexión
(C.I.C 2852)
"Homicida […] desde el principio […] mentiroso […] y padre de la
mentira" (Jn 8, 44), "Satanás, el seductor del mundo entero" (Ap
12, 9), es aquél por medio del cual el pecado y la muerte entraron en el mundo
y, por cuya definitiva derrota, toda la creación entera será "liberada del
pecado y de la muerte" (Plegaria
Eucarística IV, 123: Misal Romano).
"Sabemos que todo el que ha nacido de Dios no peca, sino que el Engendrado
de Dios le guarda y el Maligno no llega a tocarle. Sabemos que somos de Dios y
que el mundo entero yace en poder del Maligno" (1Jn 5, 18-19): “El Señor
que ha borrado vuestro pecado y perdonado vuestras faltas también os protege y
os guarda contra las astucias del diablo que os combate para que el enemigo,
que tiene la costumbre de engendrar la falta, no os sorprenda. Quien confía en
Dios, no tema al demonio. "Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra
nosotros?" (Rm 8, 31) (San Ambrosio, De
sacramentis, 5, 30: PL 16, 454). (Continua)
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