lunes, 15 de febrero de 2016

595. ¿Cómo es posible el perdón? (Tercera parte - continuación)



595. ¿Cómo es posible el perdón? (Tercera parte - continuación)    


(Compendio 595 - repetición) La misericordia penetra en nuestros corazones solamente si también nosotros sabemos perdonar, incluso a nuestros enemigos. Aunque para el hombre parece imposible cumplir con esta exigencia, el corazón que se entrega al Espíritu Santo puede, a ejemplo de Cristo, amar hasta el extremo de la caridad, cambiar la herida en compasión, transformar la ofensa en intercesión. El perdón participa de la misericordia divina, y es una cumbre de la oración cristiana.

Resumen

(C.I.C 2862) La quinta petición implora para nuestras ofensas la misericordia de Dios, la cual no puede penetrar en nuestro corazón si no hemos sabido perdonar a nuestros enemigos, a ejemplo y con la ayuda de Cristo.   

Profundizar y modos de explicaciones

(C.I.C 2844) La oración cristiana llega hasta el perdón de los enemigos (cf. Mt 5, 43-44). Transfigura al discípulo configurándolo con su Maestro. El perdón es cumbre de la oración cristiana; el don de la oración no puede recibirse más que en un corazón acorde con la compasión divina. Además, el perdón da testimonio de que, en nuestro mundo, el amor es más fuerte que el pecado. Los mártires de ayer y de hoy dan este testimonio de Jesús. El perdón es la condición fundamental de la reconciliación (cf. 2Co 5, 18-21) de los hijos de Dios con su Padre y de los hombres entre sí (cf. Juan Pablo II, Dives in Misericordia, 14). 

Para la reflexión

(C.I.C 2845) No hay límite ni medida en este perdón, esencialmente divino (cf. Mt 18, 21-22; Lc 17, 3-4). Si se trata de ofensas (de "pecados" según Lc 11, 4, o de "deudas" según Mt 6, 12), de hecho nosotros somos siempre deudores: "Con nadie tengáis otra deuda que la del mutuo amor" (Rm 13, 8). La comunión de la Santísima Trinidad es la fuente y el criterio de verdad en toda relación (cf. 1Jn 3, 19-24). Se vive en la oración y sobre todo en la Eucaristía (cf. Mt 5, 23-24): “Dios no acepta el sacrificio de los que provocan la desunión, los despide del altar para que antes se reconcilien con sus hermanos: Dios quiere ser pacificado con oraciones de paz. La obligación más bella para Dios es nuestra paz, nuestra concordia, la unidad en el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo de todo el pueblo fiel.” (San Cipriano de Cartago, De dominica Oratione, 23: PL 4, 535-536). [Fin]     

(Siguiente pregunta: ¿Qué significa «No nos dejes caer en la tentación»?)

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