martes, 16 de febrero de 2016
596. ¿Qué significa «No nos dejes caer en la tentación»? (Primera parte)
(Compendio 596)
Pedimos a Dios Padre que no nos deje solos y a merced de la tentación. Pedimos
al Espíritu saber discernir, por una parte, entre la prueba, que nos hace
crecer en el bien, y la tentación, que conduce al pecado y a la muerte; y, por
otra parte, entre ser tentado y consentir en la tentación. Esta petición nos
une a Jesús, que ha vencido la tentación con su oración. Pedimos la gracia de
la vigilancia y de la perseverancia final.
Resumen
(C.I.C 2863) Al
decir: "No nos dejes caer en la tentación", pedimos a Dios que no nos
permita tomar el camino que conduce al pecado. Esta petición implora el
Espíritu de discernimiento y de fuerza; solicita la gracia de la vigilancia y
la perseverancia final.
Profundizar y modos
de explicaciones
(C.I.C 2846) Esta
petición llega a la raíz de la anterior, porque nuestros pecados son los frutos
del consentimiento a la tentación. Pedimos a nuestro Padre que no nos
"deje caer" en ella. Traducir en una sola palabra el texto griego es
difícil: significa "no permitas entrar en" (cf. Mt 26, 41), "no
nos dejes sucumbir a la tentación". "Dios ni es tentado por el mal ni
tienta a nadie" (St 1, 13), al contrario, quiere librarnos del mal. Le
pedimos que no nos deje tomar el camino que conduce al pecado, pues estamos
empeñados en el combate "entre la carne y el Espíritu". Esta petición
implora el Espíritu de discernimiento y de fuerza.
Para la reflexión
(C.I.C 2847) El
Espíritu Santo nos hace discernir
entre la prueba, necesaria para el crecimiento del hombre interior (cf. Lc 8,
13-15; Hch 14, 22; 2Tm 3, 12) en orden a una "virtud probada" (Rm 5,
3-5), y la tentación que conduce al pecado y a la muerte (cf. St 1, 14-15).
También debemos distinguir entre "ser tentado" y
"consentir" en la tentación. Por último, el discernimiento
desenmascara la mentira de la tentación: aparentemente su objeto es
"bueno, seductor a la vista, deseable" (Gn 3, 6), mientras que, en
realidad, su fruto es la muerte. “Dios no quiere imponer el bien, quiere seres
libres [...] En algo la tentación es buena. Todos, menos Dios, ignoran lo que
nuestra alma ha recibido de Dios, incluso nosotros. Pero la tentación lo
manifiesta para enseñarnos a conocernos, y así, descubrirnos nuestra miseria, y
obligarnos a dar gracias por los bienes que la tentación nos ha manifestado”
(Orígenes, De oratione, 29, 15 y 17:
PG 11, 541-544). (Continua)
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