martes, 2 de febrero de 2016
590. ¿Qué pide la Iglesia cuando suplica «Venga a nosotros tu Reino»? (Primera parte)
(Compendio
590) La Iglesia invoca la venida final del Reino de Dios, mediante el retorno
de Cristo en la gloria. Pero la Iglesia ora también para que el Reino de Dios
crezca aquí ya desde ahora, gracias a la santificación de los hombres en el
Espíritu y al compromiso de éstos al servicio de la justicia y de la paz, según
las Bienaventuranzas. Esta petición es el grito del Espíritu y de la Esposa:
«Ven, Señor Jesús» (Ap 22, 20).
Resumen
(C.I.C 2859) En
la segunda petición, la Iglesia tiene principalmente a la vista el retorno de
Cristo y la venida final del Reino de Dios. También ora por el crecimiento del
Reino de Dios en el "hoy" de nuestras vidas.
Profundizar y modos
de explicaciones
(C.I.C 2816) En
el Nuevo Testamento, la palabra basileia
se puede traducir por realeza (nombre abstracto), reino (nombre concreto) o
reinado (de reinar, nombre de acción). El Reino de Dios está ante nosotros. Se
aproxima en el Verbo encarnado, se anuncia a través de todo el Evangelio, llega
en la muerte y la Resurrección de Cristo. El Reino de Dios adviene en la Ultima
Cena y por la Eucaristía está entre nosotros. El Reino de Dios llegará en la
gloria cuando Jesucristo lo devuelva a su Padre: “Incluso […] puede ser que el Reino de Dios signifique
Cristo en persona, al cual llamamos con nuestras voces todos los días y de
quien queremos apresurar su advenimiento por nuestra espera. Como es nuestra
Resurrección porque resucitamos en él, puede ser también el Reino de Dios
porque en él reinaremos” (San Cipriano de Cartago, De dominica Oratione, 13: PL 4, 545).
Para la reflexión
(C.I.C 2817) Esta
petición es el Marana Tha, el grito
del Espíritu y de la Esposa: "Ven, Señor Jesús": “Incluso aunque esta
oración no nos hubiera mandado pedir el advenimiento del Reino, habríamos
tenido que expresar esta petición, dirigiéndonos con premura a la meta de
nuestras esperanzas. Las almas de los mártires, bajo el altar, invocan al Señor
con grandes gritos: '¿Hasta cuándo, Dueño santo y veraz, vas a estar sin hacer
justicia por nuestra sangre a los habitantes de la tierra?' (Ap 6, 10). En
efecto, los mártires deben alcanzar la justicia al fin de los tiempos. Señor,
¡apresura, pues, la venida de tu Reino!” (Tertuliano, De Oratione, 5, 2-4: PL 1, 1261-1262). (Continua)
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