martes, 9 de febrero de 2016
592. ¿Cuál es el sentido de la petición «Danos hoy nuestro pan de cada día»? (Segunda parte - continuación)
(Compendio 592
- repetición) Al pedir a Dios, con el confiado abandono de los
hijos, el alimento cotidiano necesario a cada cual para su subsistencia,
reconocemos hasta qué punto Dios Padre es bueno, más allá de toda bondad. Le
pedimos también la gracia de saber obrar, de modo que la justicia y la
solidaridad permitan que la abundancia de los unos cubra las necesidades de los
otros.
Resumen
(C.I.C 2861) En
la cuarta petición, al decir "danos", expresamos, en comunión con
nuestros hermanos, nuestra confianza filial en nuestro Padre del cielo.
"Nuestro pan" designa el alimento terrenal necesario para la
subsistencia de todos y significa también el Pan de Vida: Palabra de Dios y
Cuerpo de Cristo. Se recibe en el "hoy" de Dios, como el alimento
indispensable, lo más esencial del Festín del Reino que anticipa la
Eucaristía.
Profundizar y modos
de explicaciones
(C.I.C 2830)
"Nuestro pan". El Padre que
nos da la vida no puede dejar de darnos el alimento necesario para ella, todos
los bienes convenientes, materiales y espirituales. En el Sermón de la montaña,
Jesús insiste en esta confianza filial que coopera con la Providencia de nuestro
Padre (cf. Mt 6, 25-34). No nos impone ninguna pasividad (cf. 2Ts 3, 6-13) sino
que quiere librarnos de toda inquietud agobiante y de toda preocupación. Así es
el abandono filial de los hijos de Dios: “A los que buscan el Reino y la
justicia de Dios, él les promete darles todo por añadidura. Todo en efecto
pertenece a Dios: al que posee a Dios, nada le falta, si él mismo no falta a
Dios”. (San Cipriano, De domimica
oratiome, 21: Pl 4, 551).
Para la reflexión
(C.I.C 2831) Pero
la existencia de hombres que padecen hambre por falta de pan revela otra
hondura de esta petición. El drama del hambre en el mundo llama a los
cristianos que oran en verdad a una responsabilidad efectiva hacia sus
hermanos, tanto en sus conductas personales como en su solidaridad con la
familia humana. Esta petición de la Oración del Señor no puede ser aislada de
las parábolas del pobre Lázaro (cf. Lc 16, 19-31) y del juicio final (cf. Mt
25, 31-46). (Continua)
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