domingo, 14 de febrero de 2016
595. ¿Cómo es posible el perdón? (Segunda parte - continuación)
(Compendio 595
- repetición) La misericordia penetra en nuestros corazones
solamente si también nosotros sabemos perdonar, incluso a nuestros enemigos.
Aunque para el hombre parece imposible cumplir con esta exigencia, el corazón
que se entrega al Espíritu Santo puede, a ejemplo de Cristo, amar hasta el
extremo de la caridad, cambiar la herida en compasión, transformar la ofensa en
intercesión. El perdón participa de la misericordia divina, y es una cumbre de
la oración cristiana.
Resumen
(C.I.C 2862) La
quinta petición implora para nuestras ofensas la misericordia de Dios, la cual
no puede penetrar en nuestro corazón si no hemos sabido perdonar a nuestros
enemigos, a ejemplo y con la ayuda de Cristo.
Profundizar y modos
de explicaciones
(C.I.C 2842) Este
"como" no es el único en la enseñanza de Jesús: "Sed perfectos
'como' es perfecto vuestro Padre celestial" (Mt 5, 48); "Sed
misericordiosos, 'como' vuestro Padre es misericordioso" (Lc 6, 36);
"Os doy un mandamiento nuevo: que os améis los unos a los otros. Que
'como' yo os he amado, así os améis también vosotros los unos a los otros"
(Jn 13, 34). Observar el mandamiento del Señor es imposible si se trata de
imitar desde fuera el modelo divino. Se trata de una participación, vital y
nacida "del fondo del corazón", en la santidad, en la misericordia, y
en el amor de nuestro Dios. Sólo el Espíritu que es "nuestra Vida"
(Ga 5, 25) puede hacer nuestros los mismos sentimientos que hubo en Cristo
Jesús (cf. Flp 2, 1. 5). Así, la unidad del perdón se hace posible,
"perdonándonos mutuamente 'como'
nos perdonó Dios en Cristo" (Ef 4, 32).
Para la reflexión
(C.I.C 2843) Así,
adquieren vida las palabras del Señor sobre el perdón, este Amor que ama hasta
el extremo del amor (cf. Jn 13, 1). La parábola del siervo sin entrañas, que
culmina la enseñanza del Señor sobre la comunión eclesial (cf. Mt 18, 23-35),
acaba con esta frase: "Esto mismo hará con vosotros mi Padre celestial si
no perdonáis cada uno de corazón a vuestro hermano". Allí es, en efecto,
en el fondo "del corazón"
donde todo se ata y se desata. No está en nuestra mano no sentir ya la ofensa y
olvidarla; pero el corazón que se ofrece al Espíritu Santo cambia la herida en
compasión y purifica la memoria transformando la ofensa en intercesión. (Continua)
(Continua la pregunta:¿Cómo es posible el perdón?)
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