miércoles, 17 de febrero de 2016
596. ¿Qué significa «No nos dejes caer en la tentación»? (Segunda parte - continuación)
(Compendio 596
- repetición) Pedimos a Dios Padre que no nos deje solos y a
merced de la tentación. Pedimos al Espíritu saber discernir, por una parte,
entre la prueba, que nos hace crecer en el bien, y la tentación, que conduce al
pecado y a la muerte; y, por otra parte, entre ser tentado y consentir en la
tentación. Esta petición nos une a Jesús, que ha vencido la tentación con su
oración. Pedimos la gracia de la vigilancia y de la perseverancia final.
Resumen
(C.I.C 2863) Al
decir: "No nos dejes caer en la tentación", pedimos a Dios que no nos
permita tomar el camino que conduce al pecado. Esta petición implora el
Espíritu de discernimiento y de fuerza; solicita la gracia de la vigilancia y
la perseverancia final.
Profundizar y modos
de explicaciones
(C.I.C 2848)
"No entrar en la tentación" implica una decisión del corazón: "Porque donde esté tu tesoro, allí
también estará tu corazón [...] Nadie puede servir a dos señores" (Mt 6,
21-24). "Si vivimos según el Espíritu, obremos también según el
Espíritu" (Ga 5, 25). El Padre nos da la fuerza para este "dejarnos
conducir" por el Espíritu Santo. "No habéis sufrido tentación
superior a la medida humana. Y fiel es Dios que no permitirá que seáis tentados
sobre vuestras fuerzas. Antes bien, con la tentación os dará modo de poderla
resistir con éxito" (1Co 10, 13).
Para la reflexión
(C.I.C 2849) Pues
bien, este combate y esta victoria sólo son posibles con la oración. Por medio
de su oración, Jesús es vencedor del Tentador, desde el principio (cf. Mt 4,
11) y en el último combate de su agonía (cf. Mt 26, 36-44). En esta petición a
nuestro Padre, Cristo nos une a su combate y a su agonía. La vigilancia del
corazón es recordada con insistencia en comunión con la suya (cf. Mc 13, 9. 23.
33-37; 14, 38; Lc 12, 35-40). La vigilancia es "guarda del corazón",
y Jesús pide al Padre que "nos guarde en su Nombre" (cf. Jn 17, 11).
El Espíritu Santo trata de despertarnos continuamente a esta vigilancia (cf.
1Co 16, 13; Col 4, 2; 1Ts 5, 6; 1P 5, 8). Esta petición adquiere todo su
sentido dramático referida a la tentación final de nuestro combate en la
tierra; pide la perseverancia final.
"Mira que vengo como ladrón. Dichoso el que esté en vela" (Ap 16,
15). [Fin]
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