jueves, 27 de septiembre de 2018
Comentario CIC al YouCat Pregunta n. 358.
(Respuesta YouCat) Para proteger el
misterio de Dios y diferenciarse de las imágenes de culto de los paganos, el
primer mandamiento ordenaba: «No te fabricarás ídolos ni figura alguna» (Éx
20,4). Pero, puesto que Dios se ha dado a sí mismo un rostro humano en
Jesucristo, la prohibición de imágenes quedó superada en el cristianismo. En la
Iglesia de Oriente los Iconos son considerados incluso sagrados.
Reflecciones y puntos a profundizar (Comentario CIC) (C.I.C 2141) El culto de las imágenes
sagradas está fundado en el misterio de la Encarnación del Verbo de Dios. No es
contrario al primer mandamiento. (C.I.C 2129) El mandamiento divino implicaba
la prohibición de toda representación de Dios por mano del hombre. El
Deuteronomio lo explica así: ‘Puesto que no visteis figura alguna el día en que
el Señor os habló en el Horeb de en medio del fuego, no vayáis a prevaricar y
os hagáis alguna escultura de cualquier representación que sea...’ (Dt 4,
15-16). Quien se revela a Israel es el Dios absolutamente Trascendente. ‘Él lo es todo’, pero al mismo tiempo ‘está por
encima de todas sus obras’ (Si 43, 27- 28). Es la fuente de toda belleza creada
(Sb 13, 3).
Para meditar
(Comentario YouCat) El
conocimiento de los padres de Israel de que Dios lo supera todo (trascendencia)
y de que es mucho mayor que cualquier cosa del mundo, pervive actualmente,
tanto en el judaismo como en el islam, donde al igual que antes no puede
existir ninguna imagen de Dios. En el cristianismo se relajó la prohibición de
las imágenes a partir del siglo IV en consideración a Cristo y se suprimió en
el segundo Concilio de Nicea (año 787). Mediante su encarnación Dios ya no es
el absolutamente inimaginable; desde Jesús podemos tener una imagen de su
esencia: «Quien me ha visto a mí, ha visto al Padre» (Jn 14,9).
(Comentario CIC) (C.I.C 2130) Sin embargo, ya en el Antiguo
Testamento Dios ordenó o permitió la institución de imágenes que conducirían
simbólicamente a la salvación por el Verbo encarnado: la serpiente de bronce
(Cf. Nm 21, 4-9; Sb 16, 5-14; Jn 3, 14-15), el arca de la Alianza y los
querubines (Cf. Ex 25, 10-12; 1R 6, 23-28; 7, 23-26).
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