lunes, 3 de septiembre de 2018

Comentario CIC al YouCat Pregunta n. 353.


YOUCAT Pregunta n. 353. – Parte II. - ¿ Por qué adoramos a Dios? 


(Respuesta YouCat – repeticion) Adoramos a Dios por su existencia y porque la reverencia y la adoración son la respuesta apropiada i su aparición y a su presencia. «Al Señor, tu Dios, (dorarás y a él solo darás culto» (Mt 4,10).     

Reflecciones y puntos a profundizar (Comentario CIC) (C.I.C 2098) Los actos de fe, esperanza y caridad que ordena el primer mandamiento se realizan en la oración. La elevación del espíritu hacia Dios es una expresión de nuestra adoración a Dios: oración de alabanza y de acción de gracias, de intercesión y de súplica. La oración es una condición indispensable para poder obedecer los mandamientos de Dios. “Es preciso orar siempre sin desfallecer” (Lc 18, 1). (C.I.C 2099) Es justo ofrecer a Dios sacrificios en señal de adoración y de gratitud, de súplica y de comunión: “Verdadero sacrificio es toda obra que se hace con el fin de unirnos a Dios en santa compañia, es decir, relacionada con el fin del bien, merced al cual podemos verdaderamente felices” (San Agustín, De civitate Dei, 10, 6: PL 41, 283).      

Para meditar  

(Comentario YouCat) Pero la adoración a Dios sirve también al hombre, pues lo libera del servicio a los poderes de este mundo. Donde ya no se adora a Dios, donde él ya no es reconocido como ol Señor de la vida y de la muerte, otros usurpan su lugar y ponen en peligro la dignidad humana.

(Comentario CIC) (C.I.C 2100) El sacrificio exterior, para ser auténtico, debe ser expresión del sacrificio espiritual. ‘Mi sacrificio es un espíritu contrito...’ (Sal 51, 19). Los profetas de la Antigua Alianza denunciaron con frecuencia los sacrificios hechos sin participación interior (Cf. Am 5, 21-25) o sin relación con el amor al prójimo (Cf. Is 1, 10-20). Jesús recuerda las palabras del profeta Oseas: ‘Misericordia quiero, que no sacrificio’ (Mt 9, 13; 12, 7; cf. Os 6, 6). El único sacrificio perfecto es el que ofreció Cristo en la cruz en ofrenda total al amor del Padre y por nuestra salvación (Cf. Hb 9, 13-14). Uniéndonos a su sacrificio, podemos hacer de nuestra vida un sacrificio para Dios.          
 
(Continua la Pregunta: ¿Por qué adoramos a Dios?)   

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