martes, 11 de septiembre de 2018
Comentario CIC al YouCat Pregunta n. 355.
(Respuesta YouCat – repeticion) Este
mandamiento nos prohibe:• venerar a otros dioses o ídolos o adorar a un ídolo
terreno o consagrarse enteramente a un bien terreno (dinero, influencia, éxito,
belleza, juventud, etc.) • ser supersticiosos, es decir, en lugar de creer en
el poder, la guía y la Bendición de Dios, depender de prácticas esotéricas,
mágicas u ocultas o dedicarse a la adivinación o al espiritismo • tentar a Dios
con palabras o con obras • cometer un sacrilegio • adquirir poder espiritual
mediante corrupción y profanar lo santo a través del comercio (simonía).
Reflecciones y puntos a profundizar (Comentario CIC)
(C.I.C 2114) La vida
humana se unifica en la adoración del Dios Único. El mandamiento de adorar al
único Señor da unidad al hombre y lo salva de una dispersión infinita. La
idolatría es una perversión del sentido religioso innato en el hombre. El
idólatra es el que ‘aplica a cualquier cosa, en lugar de a Dios, la
indestructible noción de Dios’ (Orígenes, Contra
Celsum, 2, 40: PG 11, 161). (C.I.C 2115) Dios puede revelar el porvenir a
sus profetas o a otros santos. Sin embargo, la actitud cristiana justa consiste
en entregarse con confianza en las manos de la providencia en lo que se refiere
al futuro y en abandonar toda curiosidad malsana al respecto. Sin embargo, la imprevisión
puede constituir una falta de responsabilidad.
Para meditar
(Comentario CIC) (C.I.C 2116) Todas las formas de adivinación deben rechazarse: el recurso
a Satán o a los demonios, la evocación de los muertos, y otras prácticas que
equivocadamente se supone ‘desvelan’ el porvenir (Cf. Dt 18, 10; Jr 29, 8). La
consulta de horóscopos, la astrología, la quiromancia, la interpretación de
presagios y de suertes, los fenómenos de visión, el recurso a ‘mediums’
encierran una voluntad de poder sobre el tiempo, la historia y, finalmente, los
hombres, a la vez que un deseo de granjearse la protección de poderes ocultos.
Están en contradicción con el honor y el respeto, mezclados de temor amoroso,
que debemos solamente a Dios.
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