jueves, 20 de abril de 2017
Comentario CIC al YouCat Pregunta n. 136.
(Respuesta YouCat) La Iglesia respeta todo
lo que en las demás religiones es bueno y verdadero. Respeta y fomenta la
libertad religiosa como derecho humano. Sin embargo, ella sabe que Jesucristo
es el único Salvador de los hombres. Sólo él es «el camino y la verdad y la
vida» (Jn 14,6).
Reflecciones
y puntos a profundizar (Comentario CIC) (C.I.C
841) Las relaciones de la Iglesia con los
musulmanes. "El designio de salvación comprende también a los que
reconocen al Creador. Entre ellos están, ante todo, los musulmanes, que
profesan tener la fe de Abraham y adoran con nosotros al Dios único y
misericordioso que juzgará a los hombres al fin del mundo" (Lumen gentium, 16; cf. Nostra
aetate, 3).
Para
meditar
(Comentario
YouCat) Todo aquel que busca a Dios nos resulta
cercano a los cristianos. Hay un grado especial de «parentesco» con los
musulmanes. Al igual que el judaismo y el cristianismo, el islam pertenece
también a las Religiones monoteístas (monoteísmo). También los musulmanes
veneran al Dios creador y a Abraham como padre de su fe. Para el Corán, Jesús
es un gran profeta. María, su Madre, es la madre del profeta. La Iglesia enseña
que todos los hombres que sin culpa suya no conocen a Cristo ni a su Iglesia,
pero buscan sinceramente a Dios y siguen la voz de su conciencia, pueden alcanzar
La salvación con la ayuda de la gracia. Sin embargo, quien ha conocido que
Jesucristo es «el camino, la verdad y la vida», pero no quiere seguirle, no
alcanza la salvación. Esto es lo que se expresa con la frase «Extra ecclesiam
nulla salus» (Fuera de la Iglesia no hay salvación).
(Comentario CIC) (C.I.C 842) El vínculo de la Iglesia con las religiones no cristianas es en
primer lugar el del origen y el del fin comunes del género humano: “Todos los
pueblos forman una única comunidad y tienen un mismo origen, puesto que Dios
hizo habitar a todo el género humano sobre la entera faz de la tierra; tienen
también un único fin último, Dios, cuya providencia, testimonio de bondad y
designios de salvación se extienden a todos hasta que los elegidos se unan en la
Ciudad Santa” (Nostra aetate, 1).
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