lunes, 3 de abril de 2017
Comentario CIC al YouCat Pregunta n. 130.
(Respuesta YouCat – repeticion) Todos los
bautizados pertenecen a la Iglesia de Cristo. Por eso también los bautizados
que están separados de la plena comunión con la Iglesia católica se llaman con
razón cristianos y son por ello nuestros hermanos y hermanas.
Reflecciones
y puntos a profundizar (Comentario CIC) (C.I.C
818) Los que nacen hoy en las comunidades surgidas de tales rupturas "y
son instruidos en la fe de Cristo, no pueden ser acusados del pecado de la
separación y la Iglesia católica los abraza con respeto y amor fraternos [...]
justificados por la fe en el bautismo, se han incorporado a Cristo; por tanto,
con todo derecho se honran con el nombre de cristianos y son reconocidos con
razón por los hijos de la Iglesia católica como hermanos en el Señor" (Unitatis redintegratio, 3).
Para
meditar
(Comentario
YouCat) Las rupturas de la única Iglesia de
Cristo surgieron por falsificaciones de la doctrina de Cristo, por faltas
humanas y por escasa disposición a la reconciliación (con frecuencia en los
representantes de ambas partes). Los cristianos de hoy no son responsables de
las divisiones históricas de la Iglesia. El Espíritu Santo actúa también en las
Iglesias y Comunidades Eclesiales separadas de la Iglesia católica para la
salvación de los hombres. Todos los dones en ellas presentes, como por ejemplo
la Sagrada Escritura, los sacramentos, la fe, la esperanza, la caridad y otros carismas,
proceden de Cristo. Donde habita el Espíritu de Cristo, hay una dinámica
interna en dirección a la «reunificación», porque lo que pertenece a un mismo
ser tiende a unirse.
(Comentario CIC) (C.I.C 819) Además, "muchos
elementos de santificación y de verdad" (Lumen gentium, 8) existen fuera de los límites visibles de la
Iglesia católica: "la palabra de Dios escrita, la vida de la gracia, la
fe, la esperanza y la caridad y otros dones interiores del Espíritu Santo y los
elementos visibles" (Unitatis
redintegratio, 3; cf. Lumen gentium,
15). El Espíritu de Cristo se sirve de estas Iglesias y comunidades eclesiales
como medios de salvación cuya fuerza viene de la plenitud de gracia y de verdad
que Cristo ha confiado a la Iglesia católica. Todos estos bienes provienen de
Cristo y conducen a Él (cf. Unitatis
redintegratio, 3) y de por sí impelen a "la unidad católica" (Lumen gentium, 8).
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