sábado, 8 de abril de 2017
Comentario CIC al YouCat Pregunta n. 132.
(Respuesta YouCat – repeticion) La Iglesia
no es santa porque todos sus miembros sean santos, sino porque Dios es santo y
actúa en ella y por ella. Todos los miembros de la Iglesia están santificados
por el bautismo.
Reflecciones
y puntos a profundizar (Comentario CIC) (C.I.C
825) "La Iglesia, en efecto, ya en la tierra se caracteriza por una
verdadera santidad, aunque todavía imperfecta" (Lumen gentium, 48). En sus miembros, la santidad perfecta está
todavía por alcanzar: "Todos los cristianos, de cualquier estado o
condición, están llamados cada uno por su propio camino, a la perfección de la
santidad, cuyo modelo es el mismo Padre" (Lumen gentium, 11).
Para
meditar
(Comentario
YouCat) Siempre que nos dejamos tocar por el
Dios trino, crecemos en el amor, somos santificados y santos. Los santos son
amantes, no porque ellos sean capaces de amar por sí mismos, sino porque Dios
los ha tocado. Ellos transmiten a los hombres el amor que han experimentado de
Dios, cada uno en su modo propio, a menudo original. Llegados junto a Dios
santifican también a la Iglesia, porque «pasan su cielo» apoyándonos a nosotros
en el camino de la santidad.
(Comentario
CIC) (C.I.C 826) La caridad es el alma de la santidad a la que todos están llamados:
"dirige todos los medios de santificación, los informa y los lleva a su
fin" (Lumen gentium, 42):
“Comprendí que si la Iglesia tenía un cuerpo, compuesto por diferentes
miembros, el más necesario, el más noble de todos no le faltaba, comprendí que
la Iglesia tenía un corazón, que este corazón estaba ardiendo de amor.
Comprendí que el Amor solo hacía obrar a los miembros de la Iglesia, que si el
Amor llegara a apagarse, los Apóstoles ya no anunciarían el Evangelio, los
Mártires rehusarían verter su sangre... Comprendí que el Amor encerraba todas las vocaciones. que el Amor era todo, que
abarcaba todos los tiempos y todos los lugares... en una palabra, que es
¡eterno!” (Santa Teresa del Niño Jesús, Manuscrit
B, 3v: Manuscrits autobiographiques.
Paris 1992, p. 299).
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