jueves, 15 de diciembre de 2016
Comentario CIC al YouCat. Pregunta n. 98.
(Respuesta YouCat - repeticion) No se llegó
a la muerte violenta de Jesús por desgraciadas ircunstancias externas. Jesús
fue «entregado conforme al plan que Dios tenía establecido y previsto» (Hch
2,23). Para que nosotros, hijos del pecado y de la muerte, tengamos vida, el
Padre del Cielo «a quien no conocía el pecado, lo hizo pecado en favor nuestro»
(2 Cor 5,21). La grandeza del sacrificio que Dios Padre pidió a su Hijo
corresponde sin embargo a la grandeza de la entrega de Cristo: «Y ¿qué diré?:
'Padre, líbrame de esta hora'. Pero si por esto he venido, para esta hora» (Jn
12,27). Por ambas partes se trata de un amor que se demostró hasta el extremo
en la Cruz.
Reflecciones y puntos a profundizar (Comentario CIC) (C.I.C 608) Juan Bautista, después de haber
aceptado bautizarle en compañía de los pecadores (cf. Lc 3, 21; Mt 3, 14-15),
vio y señaló a Jesús como el "Cordero de Dios que quita los pecados del
mundo" (cf. Jn 1, 29. 36). Manifestó así que Jesús es a la vez el Siervo
doliente que se deja llevar en silencio al matadero (cf. Is 53, 7; Jr 11, 19) y
carga con el pecado de las multitudes (cf. Is 53, 12) y el cordero pascual
símbolo de la Redención de Israel cuando celebró la primera Pascua (cf. Ex 12,
3-14; Jn 19, 36; 1Co 5, 7). Toda la vida de Cristo expresa su misión:
"Servir y dar su vida en rescate por muchos" (cf. Mc 10, 45).
Para Meditar
(Comentario YouCat) Para librarnos de la muerte,
Dios se lanzó a una misión arriesgada: introdujo en nuestro mundo de muerte una
«medicina de la inmortalidad» (san Ignacio de Antioquía): su Hijo Jesucristo.
El Padre y el Hijo eran aliados inseparables en esta misión, dispuestos y
deseosos de asumir sobre sí lo máximo por amor al hombre. Dios quería llevar a
cabo un intercambio para salvarnos para siempre. Quería darnos su vida eterna,
para que gocemos de su alegría, y quería sufrir nuestra muerte, nuestra
desesperación, nuestro abandono, para estar en comunión con nosotros en todo.
Para amarnos hasta el final y más allá. La muerte de Cristo es la voluntad del
Padre, pero no su última palabra. Desde que Cristo murió por nosotros, podemos
cambiar nuestra muerte por su vida.
(Comentario CIC) (C.I.C 609) Jesús, al aceptar en su corazón humano
el amor del Padre hacia los hombres, "los amó hasta el extremo" (Jn
13, 1) porque "nadie tiene mayor amor que el que da su vida por sus
amigos" (Jn 15, 13). Tanto en el sufrimiento como en la muerte, su
humanidad se hizo el instrumento libre y perfecto de su amor divino que quiere
la salvación de los hombres (cf. Hb 2, 10. 17-18; 4, 15; 5, 7-9). En efecto,
aceptó libremente su pasión y su muerte por amor a su Padre y a los hombres que
el Padre quiere salvar: "Nadie me quita [la vida]; yo la doy
voluntariamente" (Jn 10, 18). De aquí la soberana libertad del Hijo de
Dios cuando Él mismo se encamina hacia la muerte (cf. Jn 18, 4-6; Mt 26,
53).
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