martes, 27 de diciembre de 2016
Comentario CIC al YouCat Pregunta n. 106.
(Respuesta YouCat) No hay pruebas de su
Resurrección en el sentido de las ciencias positivas. Pero, como hecho
histórico y trascendente a la vez, dio lugar a testimonios individuales y
colectivos muy poderosos, por parte de un gran número de testigos de los
acontecimientos de Jerusalén.
Reflecciones
y puntos a profundizar (Comentario CIC) (C.I.C
639) El misterio de la resurrección de Cristo es un acontecimiento real que
tuvo manifestaciones históricamente comprobadas como lo atestigua el Nuevo
Testamento. Ya San Pablo, hacia el año 56, puede escribir a los Corintios:
“Porque os transmití, en primer lugar, lo que a mi vez recibí: que Cristo murió
por nuestros pecados, según las Escrituras; que fue sepultado y que resucitó al
tercer día, según las Escrituras; que se apareció a Cefas y luego a los Doce”
(1Co 15, 3-4). El Apóstol habla aquí de la
tradición viva de la Resurrección que recibió después de su conversión a
las puertas de Damasco (cf. Hch 9, 3-18).
Para
meditar
(Comentario
YouCat) El testimonio escrito más antiguo de la
Resurrección es una carta que escribió san Pablo a los Corintios
aproximadamente veinte años después de la muerte de Cristo: «Porque yo os transmití
en primer Lugar, lo que también yo recibí: que Cristo murió por nuestros
pecados según las Escrituras; y que fue sepultado y que resucitó al tercer día,
según las Escrituras; y que se apareció a Cefas y más tarde a los Doce; después
se apareció a más de quinientos hermanos juntos, la mayoría de los cuales vive
todavía, otros han muerto» (1 Cor 15,3-6). Pablo informa aquí de una tradición
viva, que él se encontró en la comunidad primitiva, cuando uno o dos años
después de la Muerte y Resurrección de Jesús llegó él mismo a ser cristiano a
causa de su propio encuentro deslumbrante con el Señor resucitado. Como primer
indicio de la realidad de la Resurrección entendieron los discípulos el hecho
de la tumba vacía (Le 24,5-6). Y precisamente fueron mujeres, que según el
derecho entonces vigente no eran testigos válidos, las que la descubrieron.
Aunque se dice del apóstol Juan, ya ante la tumba vacía, que «vio y creyó» (Jn
20,8b), la certeza de que Jesús estaba vivo sólo se afianzó por medio de gran
número de apariciones. La multitud de encuentros con el Resucitado acabaron con
la Ascensión de Cristo a los cielos. Sin embargo hubo después y hay hoy
encuentros con el Señor resucitado: Cristo vive.
(Comentario CIC) (C.I.C 640) "¿Por qué buscar
entre los muertos al que está vivo? No está aquí, ha resucitado" (Lc 24,
5-6). En el marco de los acontecimientos de Pascua, el primer elemento que se
encuentra es el sepulcro vacío. No es en sí una prueba directa. La ausencia del
cuerpo de Cristo en el sepulcro podría explicarse de otro modo (cf. Jn 20,13;
Mt 28, 11-15). A pesar de eso, el sepulcro vacío ha constituido para todos un
signo esencial. Su descubrimiento por los discípulos fue el primer paso para el
reconocimiento del hecho de la Resurrección. Es el caso, en primer lugar, de
las santas mujeres (cf. Lc 24, 3. 22-23), después de Pedro (cf. Lc 24, 12).
"El discípulo que Jesús amaba" (Jn 20, 2) afirma que, al entrar en el
sepulcro vacío y al descubrir "las vendas en el suelo"(Jn 20, 6),
"vio y creyó" (cf. Jn 20, 8). Eso supone que constató en el estado
del sepulcro vacío (cf. Jn 20, 5-7) que la ausencia del cuerpo de Jesús no
había podido ser obra humana y que Jesús no había vuelto simplemente a una vida
terrenal como había sido el caso de Lázaro (cf. Jn 11, 44).
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