viernes, 30 de diciembre de 2016
Comentario CIC al YouCat Pregunta n. 106.
(Respuesta YouCat – repeticion) No hay
pruebas de su Resurrección en el sentido de las ciencias positivas. Pero, como
hecho histórico y trascendente a la vez, dio lugar a testimonios individuales y
colectivos muy poderosos, por parte de un gran número de testigos de los
acontecimientos de Jerusalén.
Reflecciones
y puntos a profundizar (Comentario CIC) (C.I.C
643) Ante estos testimonios es imposible interpretar la Resurrección de Cristo
fuera del orden físico, y no reconocerlo como un hecho histórico. Sabemos por
los hechos que la fe de los discípulos fue sometida a la prueba radical de la
pasión y de la muerte en cruz de su Maestro, anunciada por Él de antemano (cf.
Lc 22, 31-32). La sacudida provocada por la pasión fue tan grande que los
discípulos (por lo menos, algunos de ellos) no creyeron tan pronto en la
noticia de la resurrección. Los evangelios, lejos de mostrarnos una comunidad
arrobada por una exaltación mística, nos presentan a los discípulos abatidos
("la cara sombría": Lc 24, 17) y asustados (cf. Jn 20, 19). Por eso
no creyeron a las santas mujeres que regresaban del sepulcro y "sus
palabras les parecían como desatinos" (Lc 24, 11; cf. Mc 16, 11. 13).
Cuando Jesús se manifiesta a los once en la tarde de Pascua "les echó en
cara su incredulidad y su dureza de cabeza por no haber creído a quienes le
habían visto resucitado" (Mc 16, 14).
Para
meditar
(Comentario
YouCat) El testimonio escrito más antiguo de la
Resurrección es una carta que escribió san Pablo a los Corintios
aproximadamente veinte años después de la muerte de Cristo: «Porque yo os
transmití en primer Lugar, lo que también yo recibí: que Cristo murió por
nuestros pecados según las Escrituras; y que fue sepultado y que resucitó al
tercer día, según las Escrituras; y que se apareció a Cefas y más tarde a los
Doce; después se apareció a más de quinientos hermanos juntos, la mayoría de
los cuales vive todavía, otros han muerto» (1 Cor 15,3-6). Pablo informa aquí
de una tradición viva, que él se encontró en la comunidad primitiva, cuando uno
o dos años después de la Muerte y Resurrección de Jesús llegó él mismo a ser
cristiano a causa de su propio encuentro deslumbrante con el Señor resucitado.
Como primer indicio de la realidad de la Resurrección entendieron los
discípulos el hecho de la tumba vacía (Le 24,5-6). Y precisamente fueron
mujeres, que según el derecho entonces vigente no eran testigos válidos, las
que la descubrieron. Aunque se dice del apóstol Juan, ya ante la tumba vacía,
que «vio y creyó» (Jn 20,8b), la certeza de que Jesús estaba vivo sólo se afianzó
por medio de gran número de apariciones. La multitud de encuentros con el
Resucitado acabaron con la Ascensión de Cristo a los cielos. Sin embargo hubo
después y hay hoy encuentros con el Señor resucitado: Cristo vive.
(Comentario CIC) (C.I.C 644) Tan imposible les
parece la cosa que, incluso puestos ante la realidad de Jesús resucitado, los
discípulos dudan todavía (cf. Lc 24, 38): creen ver un espíritu (cf. Lc 24,
39). "No acaban de creerlo a causa de la alegría y estaban
asombrados" (Lc 24, 41). Tomás conocerá la misma prueba de la duda (cf. Jn
20, 24-27) y, en su última aparición en Galilea referida por Mateo,
"algunos sin embargo dudaron" (Mt 28, 17). Por esto la hipótesis
según la cual la resurrección habría sido un "producto" de la fe (o
de la credulidad) de los apóstoles no tiene consistencia. Muy al contrario, su
fe en la Resurrección nació - bajo la acción de la gracia divina- de la
experiencia directa de la realidad de Jesús resucitado.
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