miércoles, 14 de diciembre de 2016
Comentario CIC al YouCat. Pregunta n. 98.
(Respuesta YouCat - repeticion) No se llegó
a la muerte violenta de Jesús por desgraciadas ircunstancias externas. Jesús
fue «entregado conforme al plan que Dios tenía establecido y previsto» (Hch
2,23). Para que nosotros, hijos del pecado y de la muerte, tengamos vida, el
Padre del Cielo «a quien no conocía el pecado, lo hizo pecado en favor nuestro»
(2 Cor 5,21). La grandeza del sacrificio que Dios Padre pidió a su Hijo
corresponde sin embargo a la grandeza de la entrega de Cristo: «Y ¿qué diré?:
'Padre, líbrame de esta hora'. Pero si por esto he venido, para esta hora» (Jn
12,27). Por ambas partes se trata de un amor que se demostró hasta el extremo
en la Cruz.
Reflecciones y puntos a profundizar (Comentario CIC) (C.I.C 606) El Hijo de Dios "bajado del cielo
no para hacer su voluntad sino la del Padre que le ha enviado" (Jn 6, 38),
"al entrar en este mundo, dice: [...] He aquí que vengo [...] para hacer,
oh Dios, tu voluntad... En virtud de esta voluntad somos santificados, merced a
la oblación de una vez para siempre del cuerpo de Jesucristo" (Hb 10,
5-10). Desde el primer instante de su Encarnación el Hijo acepta el designio
divino de salvación en su misión redentora: "Mi alimento es hacer la
voluntad del que me ha enviado y llevar a cabo su obra" (Jn 4, 34). El
sacrificio de Jesús "por los pecados del mundo entero" (1Jn 2, 2), es
la expresión de su comunión de amor con el Padre: "El Padre me ama porque
doy mi vida" (Jn 10, 17). "El mundo ha de saber que amo al Padre y
que obro según el Padre me ha ordenado" (Jn 14, 31).
Para Meditar
(Comentario YouCat) Para librarnos de la muerte,
Dios se lanzó a una misión arriesgada: introdujo en nuestro mundo de muerte una
«medicina de la inmortalidad» (san Ignacio de Antioquía): su Hijo Jesucristo.
El Padre y el Hijo eran aliados inseparables en esta misión, dispuestos y
deseosos de asumir sobre sí lo máximo por amor al hombre. Dios quería llevar a
cabo un intercambio para salvarnos para siempre. Quería darnos su vida eterna,
para que gocemos de su alegría, y quería sufrir nuestra muerte, nuestra
desesperación, nuestro abandono, para estar en comunión con nosotros en todo.
Para amarnos hasta el final y más allá. La muerte de Cristo es la voluntad del
Padre, pero no su última palabra. Desde que Cristo murió por nosotros, podemos
cambiar nuestra muerte por su vida.
(Comentario CIC) (C.I.C 607) Este deseo de aceptar el designio de
amor redentor de su Padre anima toda la vida de Jesús (cf. Lc 12,50; 22, 15; Mt
16, 21-23) porque su Pasión redentora es la razón de ser de su Encarnación:
"¡Padre líbrame de esta hora! Pero ¡si he llegado a esta hora para
esto!" (Jn 12, 27). "El cáliz que me ha dado el Padre ¿no lo voy a
beber?" (Jn 18, 11). Y todavía en la cruz antes de que "todo esté
cumplido" (Jn 19, 30), dice: "Tengo sed" (Jn 19, 28).
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