martes, 20 de diciembre de 2016
. Comentario CIC al YouCat Pregunta n. 102.
(Respuesta YouCat) Los cristianos no tienen
que buscar el dolor, pero cuando se enfrentan a un dolor que no se puede
evitar, éste puede cobrar sentido para ellos si unen su dolor al dolor de
Cristo: «Cristo padeció por vosotros, dejándoos un ejemplo para que sigáis sus
huellas» (1 Pe 2,21).
Reflecciones
y puntos a profundizar (Comentario CIC) (C.I.C
618) La Cruz es el único sacrificio de Cristo "único mediador entre Dios y
los hombres" (1Tm 2, 5). Pero, porque en su Persona divina encarnada,
"se ha unido en cierto modo con todo hombre" (Gaudium et spes, 22), Él "ofrece a todos la posibilidad de
que, en la forma de Dios sólo conocida, se asocien a este misterio
pascual" (Gaudium et spes, 22).
El llama a sus discípulos a "tomar su cruz y a seguirle" (Mt 16, 24)
porque El "sufrió por nosotros dejándonos ejemplo para que sigamos sus
huellas" (1P 2, 21). El quiere en efecto asociar a su sacrificio redentor
a aquéllos mismos que son sus primeros beneficiarios (cf. Mc 10, 39; Jn 21,
18-19; Col 1, 24). Eso lo realiza en forma excelsa en su Madre, asociada más
íntimamente que nadie al misterio de su sufrimiento redentor (cf. Lc 2, 35):
“Esta es la única verdadera escala del paraíso, fuera de la Cruz no hay otra
por donde subir al cielo.” (Santa Rosa de Lima: P. Hansen, Vita mirabilis […] venerabilis
sororis Rosae de Sancta Maria Limensis (Roma 1664) p. 137).
Para
meditar
(Comentario
YouCat) Jesús dijo: «El que quiera venir en pos
de mí, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga» (Me 8,34). Los cristianos tienen la tarea de
mitigar el dolor en el mundo. Sin embargo siempre habrá dolor. En la fe podemos
aceptar nuestro propio dolor y compartir el ajeno. De este modo el dolor humano
se hace uno con el amor redentor de Cristo y con ello se hace parte de la
fuerza divina que transforma el mundo hacia el bien.
(Comentario CIC) (C.I.C 1368) La Eucaristía es igualmente el sacrificio de la Iglesia. La
Iglesia, que es el Cuerpo de Cristo, participa en la ofrenda de su Cabeza. Con Él, ella se ofrece totalmente. Se une a su
intercesión ante el Padre por todos los hombres. En la Eucaristía, el
sacrificio de Cristo es también el sacrificio de los miembros de su Cuerpo. La
vida de los fieles, su alabanza, su sufrimiento, su oración y su trabajo se
unen a los de Cristo y a su total ofrenda, y adquieren así un valor nuevo. El
sacrificio de Cristo, presente sobre el altar, da a todas alas generaciones de
cristianos la posibilidad de unirse a su ofrenda. En las catacumbas, la Iglesia
es con frecuencia representada como una mujer en oración, los brazos extendidos
en actitud de orante. Como Cristo que extendió los brazos sobre la cruz, por
él, con él y en él, la Iglesia se ofrece e intercede por todos los hombres.
(Siguiente Pregunta: ¿Murió Jesús
realmente o quizás pudo resucitar precisamente porque sólo había sufrido la
muerte en apariencia?)
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