sábado, 10 de diciembre de 2016
Comentario CIC al YouCat. Pregunta n. 98.
(Respuesta YouCat) No se llegó a la muerte
violenta de Jesús por desgraciadas ircunstancias externas. Jesús fue «entregado
conforme al plan que Dios tenía establecido y previsto» (Hch 2,23). Para que
nosotros, hijos del pecado y de la muerte, tengamos vida, el Padre del Cielo «a
quien no conocía el pecado, lo hizo pecado en favor nuestro» (2 Cor 5,21). La
grandeza del sacrificio que Dios Padre pidió a su Hijo corresponde sin embargo
a la grandeza de la entrega de Cristo: «Y ¿qué diré?: 'Padre, líbrame de esta
hora'. Pero si por esto he venido, para esta hora» (Jn 12,27). Por ambas partes
se trata de un amor que se demostró hasta el extremo en la Cruz.
Reflecciones y puntos a profundizar (Comentario CIC) (C.I.C 599) La muerte violenta de Jesús no fue
fruto del azar en una desgraciada constelación de circunstancias. Pertenece al
misterio del designio de Dios, como lo explica San Pedro a los judíos de
Jerusalén ya en su primer discurso de Pentecostés: "Fue entregado según el
determinado designio y previo conocimiento de Dios" (Hch 2, 23). Este
lenguaje bíblico no significa que los que han "entregado a Jesús"
(Hch 3, 13) fuesen solamente ejecutores pasivos de un drama escrito de antemano
por Dios.
Para Meditar
(Comentario YouCat) Para librarnos de la muerte,
Dios se lanzó a una misión arriesgada: introdujo en nuestro mundo de muerte una
«medicina de la inmortalidad» (san Ignacio de Antioquía): su Hijo Jesucristo.
El Padre y el Hijo eran aliados inseparables en esta misión, dispuestos y
deseosos de asumir sobre sí lo máximo por amor al hombre. Dios quería llevar a
cabo un intercambio para salvarnos para siempre. Quería darnos su vida eterna,
para que gocemos de su alegría, y quería sufrir nuestra muerte, nuestra
desesperación, nuestro abandono, para estar en comunión con nosotros en todo.
Para amarnos hasta el final y más allá. La muerte de Cristo es la voluntad del
Padre, pero no su última palabra. Desde que Cristo murió por nosotros, podemos
cambiar nuestra muerte por su vida.
(Comentario CIC) (C.I.C 600) Para Dios todos los momentos del
tiempo están presentes en su actualidad. Por tanto establece su designio eterno
de "predestinación" incluyendo en él la respuesta libre de cada
hombre a su gracia: "Sí, verdaderamente, se han reunido en esta ciudad
contra tu santo siervo Jesús, que tú has ungido, Herodes y Poncio Pilato con
las naciones gentiles y los pueblos de Israel (cf. Sal 2, 1-2), de tal suerte
que ellos han cumplido todo lo que, en tu poder y tu sabiduría, habías
predestinado" (Hch 4, 27-28). Dios ha permitido los actos nacidos de su
ceguera (cf. Mt 26, 54; Jn 18, 36; 19, 11) para realizar su designio de
salvación (cf. Hch 3, 17-18).
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