domingo, 18 de diciembre de 2016
Comentario CIC al YouCat Pregunta n. 101.
(Respuesta YouCat) La Cruz, en la que Jesús
inocente fue ajusticiado cruelmente, es el lugar de la máxima humillación y
abandono. Cristo, nuestro Redentor, eligió la Cruz para cargar con la culpa del
mundo y sufrir el dolor del mundo. De este modo, mediante su amor perfecto, ha
conducido de nuevo el mundo a Dios.
Reflecciones
y puntos a profundizar (Comentario CIC)
(C.I.C 613)
La muerte de Cristo es a la vez el sacrificio
pascual que lleva a cabo la redención definitiva de los hombres (cf. 1Co 5,
7; Jn 8, 34-36) por medio del "cordero que quita el pecado del mundo"
(Jn 1, 29; cf. 1P 1, 19) y el sacrificio
de la Nueva Alianza (cf. 1Co 11, 25) que devuelve al hombre a la comunión
con Dios (cf. Ex 24, 8) reconciliándole con El por "la sangre derramada
por muchos para remisión de los pecados" (Mt 26, 28; cf. Lv 16, 15-16). (C.I.C
614) Este sacrificio de Cristo es único, da plenitud y sobrepasa a todos los
sacrificios (cf. Hb 10, 10). Ante todo es un don del mismo Dios Padre: es el
Padre quien entrega al Hijo para reconciliarnos consigo (cf. 1Jn 4, 10). Al
mismo tiempo es ofrenda del Hijo de Dios hecho hombre que, libremente y por
amor (cf. Jn 15, 13), ofrece su vida (cf. Jn 10, 17-18) a su Padre por medio
del Espíritu Santo (cf. Hb 9, 14), para reparar nuestra desobediencia. (C.I.C 615)
"Como […] por la desobediencia de un solo hombre, todos fueron
constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno solo todos serán
constituidos justos" (Rm 5, 19). Por su obediencia hasta la muerte, Jesús
llevó a cabo la sustitución del Siervo doliente que "se dio a sí mismo en expiación", "cuando llevó el
pecado de muchos", a quienes "justificará y cuyas culpas
soportará" (Is 53, 10-12). Jesús repara por nuestras faltas y satisface al
Padre por nuestros pecados (cf. Concilio de Trento: DS 1529).
Para
meditar
(Comentario
YouCat) Dios no nos podía mostrar su amor de un
modo más penetrante que dejándose clavar en la Cruz en la persona del Hijo. La
cruz era el instrumento de ejecución más vergonzoso y más cruel de La
Antigüedad. Los ciudadanos romanos no podían ser crucificados por grandes que
hubieran sido sus culpas. De este modo Dios penetra en lo más profundo del
dolor humano. Desde entonces ya nadie puede decir: «Dios no sabe Lo que yo
sufro».
(Comentario CIC)
(C.I.C 616)
El "amor hasta el extremo"(Cf. Jn 13, 1) es el que confiere su valor
de redención y de reparación, de expiación y de satisfacción al sacrificio de
Cristo. Nos ha conocido y amado a todos en la ofrenda de su vida (cf. Ga 2, 20;
Ef 5, 2. 25). "El amor […] de Cristo nos apremia al pensar que, si uno
murió por todos, todos por tanto murieron" (2Co 5, 14). Ningún hombre
aunque fuese el más santo estaba en condiciones de tomar sobre sí los pecados
de todos los hombres y ofrecerse en sacrificio por todos. La existencia en
Cristo de la persona divina del Hijo, que al mismo tiempo sobrepasa y abraza a
todas las personas humanas, y que le constituye Cabeza de toda la humanidad,
hace posible su sacrificio redentor por todos. (C.I.C 617) Sua sanctissima passione in ligno crucis nobis justificationem meruit
("Por su sacratísima pasión en el madero de la cruz nos mereció la
justificación") enseña el Concilio de Trento (DS 1529) subrayando el
carácter único del sacrificio de Cristo como "causa de salvación
eterna" (Hb 5, 9). Y la Iglesia venera la Cruz cantando: O crux, ave, spes unica ("Salve, oh
cruz, única esperanza", himno "Vexilla Regis": Liturgia de la Horas).
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