viernes, 24 de octubre de 2008

Lc 24, 28-35 Es verdad, ¡el Señor ha resucitado!

(Lc 24, 28-35) Es verdad, ¡el Señor ha resucitado!
[28] Cuando llegaron cerca del pueblo adonde iban, Jesús hizo ademán de seguir adelante. [29] Pero ellos le insistieron: «Quédate con nosotros, porque ya es tarde y el día se acaba». Él entró y se quedó con ellos. [30] Y estando a la mesa, tomó el pan y pronunció la bendición; luego lo partió y se lo dio. [31] Entonces los ojos de los discípulos se abrieron y lo reconocieron, pero él había desaparecido de su vista. [32] Y se decían: «¿No ardía acaso nuestro corazón, mientras nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?». [33] En ese mismo momento, se pusieron en camino y regresaron a Jerusalén. Allí encontraron reunidos a los Once y a los demás que estaban con ellos, [34] y estos les dijeron: «Es verdad, ¡el Señor ha resucitado y se apareció a Simón!». [35] Ellos, por su parte, contaron lo que les había pasado en el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.
(C.I.C 1346) La liturgia de la Eucaristía se desarrolla conforme a una estructura fundamental que se ha conservado a través de los siglos hasta nosotros. Comprende dos grandes momentos que forman una unidad básica: — la reunión, la liturgia de la Palabra, con las lecturas, la homilía y la oración universal; — la liturgia eucarística, con la presentación del pan y del vino, la acción de gracias consecratoria y la comunión. Liturgia de la Palabra y liturgia eucarística constituyen juntas "un solo acto de culto" (Sacrosanctum Concilium, 56); en efecto, la mesa preparada para nosotros en la Eucaristía es a la vez la de la Palabra de Dios y la del Cuerpo del Señor (cf. Dei Verbum, 21). (C.I.C 1347) ¿No se advierte aquí el mismo dinamismo del banquete pascual de Jesús resucitado con sus discípulos? En el camino les explicaba las Escrituras, luego, sentándose a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio" (Lc 24, 30; cf. 24, 13-35).

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