viernes, 10 de octubre de 2008

Lc 22, 21-23 La mano del traidor está sobre la mesa

(Lc 22, 21-23) La mano del traidor está sobre la mesa
[21] La mano del traidor está sobre la mesa, junto a mí. [22] Porque el Hijo del hombre va por el camino que le ha sido señalado, pero ¡ay de aquel que lo va a entregar!». [23] Entonces comenzaron a preguntarse unos a otros quién de ellos sería el que iba a hacer eso.
(C.I.C 2746) Cuando ha llegado su hora, Jesús ora al Padre (cf. Jn 17). Su oración, la más larga transmitida por el Evangelio, abarca toda la Economía de la creación y de la salvación, así como su Muerte y su Resurrección. Al igual que la Pascua de Jesús, sucedida "una vez por todas", permanece siempre actual, de la misma manera la oración de la Hora de Jesús sigue presente en la Liturgia de la Iglesia. (C.I.C 478) Jesús, durante su vida, su agonía y su pasión nos ha conocido y amado a todos y a cada uno de nosotros y se ha entregado por cada uno de nosotros: "El Hijo de Dios me amó y se entregó a sí mismo por mí" (Ga 2, 20). Nos ha amado a todos con un corazón humano. Por esta razón, el sagrado Corazón de Jesús, traspasado por nuestros pecados y para nuestra salvación (cf. Jn 19, 34), "es considerado como el principal indicador y símbolo [...] de aquel amor con que el divino Redentor ama continuamente al eterno Padre y a todos los hombres" (Pio XII, Carta Enc. Haurietis aquas: DS 3924; Id., Mystici corporis: DS 3812).

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