martes, 7 de octubre de 2008
Lc 21, 29-33 Mis palabras no pasarán
(Lc 21, 29-33) Mis palabras no pasarán
[29] Y Jesús les hizo esta comparación: «Miren lo que sucede con la higuera o con cualquier otro árbol. [30] Cuando comienza a echar brotes, ustedes se dan cuenta de que se acerca el verano. [31] Así también, cuando vean que suceden todas estas cosas, sepan que el Reino de Dios está cerca. [32] Les aseguro que no pasará esta generación hasta que se cumpla todo esto. [33] El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.
(C.I.C 670) Desde la Ascensión, el designio de Dios ha entrado en su consumación. Estamos ya en la "última hora" (1Jn 2, 18; cf. 1P 4, 7). "El final de la historia ha llegado ya a nosotros y la renovación del mundo está ya decidida de manera irrevocable e incluso de alguna manera real está ya por anticipado en este mundo. La Iglesia, en efecto, ya en la tierra, se caracteriza por una verdadera santidad, aunque todavía imperfecta" (Lumen gentium, 48). El Reino de Cristo manifiesta ya su presencia por los signos milagrosos (cf. Mc 16, 17-18) que acompañan a su anuncio por la Iglesia (cf. Mc 16, 20).
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