miércoles, 25 de julio de 2018
Comentario CIC al YouCat Pregunta n. 337.
(Respuesta YouCat – repeticion) Ningún
hombre se puede salvar a sí mismo. Los cristianos creen que son salvados por
Dios, que para esto ha enviado al mundo a su Hijo Jesucristo. La salvación
significa que somos liberados del poder del pecado por medio del Espíritu Santo
y que hemos salido de la zona de la muerte a una vida sin fin, a una vida en la
presencia de Dios.
Reflecciones y puntos a profundizar (Comentario CIC) (C.I.C 1992a) La justificación nos fue merecida por la pasión de Cristo, que se
ofreció en la cruz como hostia viva, santa y agradable a Dios y cuya sangre
vino a ser instrumento de propiciación por los pecados de todos los hombres.
Para meditar
(Comentario YouCat) San Pablo
declara: «Todos pecaron y están privados de la gloria de Dios» (Rom 3,23). El
pecado no puede existir ante Dios, que es completamente justicia y bondad. Si
el pecado sólo es digno de la nada, ¿qué pasa con el pecador? En su amor, Dios
ha encontrado una vía que aniquila el pecado, pero que salva al pecador. Lo
hace de nuevo estar en su sitio, es decir, justo. Por eso desde antiguo la
redención se denomina también justificación. No nos hacemos justos por nuestras
propias fuerzas. Un hombre no puede ni perdonarse el pecado
ni liberarse de la muerte. Para ello debe actuar Dios en nosotros, y además por
misericordia, no porque lo pudiéramos merecer. Dios nos regala en el Bautismo
«la justicia de Dios por la fe en Jesucristo» (Rom 3,22). Por el Espíritu
Santo, que ha sido derramado en nuestros corazones, somos introducidos en la
Muerte y la Resurrección de Jesucristo, morimos al pecado y nacemos a la vida
nueva en Dios. Fe, esperanza y caridad nos vienen de parte de Dios y nos
capacitan para vivir en la luz y corresponder a la voluntad de Dios.
(Comentario CIC) C.I.C 1992b) La justificación es concedida por el
bautismo, sacramento de la fe. Nos asemeja a la justicia de Dios que nos hace
interiormente justos por el poder de su misericordia. Tiene por fin la gloria
de Dios y de Cristo, y el don de la vida eterna (Cf. Concilio de Trento: DS
1529): “Pero ahora, independientemente de la ley, la justicia de Dios se ha
manifestado, atestiguada por la ley y los profetas, justicia de Dios por la fe
en Jesucristo, para todos los que creen -pues no hay diferencia alguna; todos
pecaron y están privados de la gloria de Dios - y son justificados por el don
de su gracia, en virtud de la redención realizada en Cristo Jesús, a quien Dios
exhibió como instrumento de propiciación por su propia sangre, mediante la fe,
para mostrar su justicia, pasando por alto los pecados cometidos anteriormente,
en el tiempo de la paciencia de Dios; en orden a mostrar su justicia en el
tiempo presente, para ser él justo y justificador del que cree en Jesús” (Rm 3, 21-26).
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