sábado, 2 de abril de 2016
Comentario CIC al YouCat Pregunta n. 18. Parte II.
(Respuesta YouCat – repeticion) En el Nuevo
Testamento se completa la Revelación de Dios. Los cuatro evangelios de Mateo,
Marcos, Lucas y Juan son el corazón de la Sagrada Escritura y el tesoro más
preciado de la Iglesia. En ellos se muestra el Hijo de Dios tal como es y nos
sale al encuentro. En los Hechos de los Apóstoles aprendemos acerca de los
inicios de la Iglesia y de la acción del Espíritu Santo. En las cartas
apostólicas se pone la vida de los hombres en todos sus aspectos ante la luz de
Cristo. En el Apocalipsis vemos anticipadamente el fin de los tiempos.
Reflecciones y puntos a profundizar (Comentario CIC) (C.I.C 126) En la formación de
los evangelios se pueden distinguir tres etapas: 1. La vida y la enseñanza
de Jesús. La Iglesia mantiene firmemente que los cuatro evangelios,
"cuya historicidad afirma sin vacilar, comunican fielmente lo que Jesús,
Hijo de Dios, viviendo entre los hombres, hizo y enseñó realmente para ala
salvación de ellos, hasta el día en que fue levantado al cielo". 2. La
tradición oral. "Los apóstoles ciertamente después de la ascensión del
Señor predicaron a sus oyentes lo que El había dicho y obrado, con aquella
crecida inteligencia de que ellos gozaban, amaestrados por los acontecimientos
gloriosos de Cristo y por la luz del Espíritu de verdad. 3. Los evangelios
escritos. Los autores sagrados escribieron los cuatro Evangelios escogiendo
algunas cosas de las muchas que ya se transmitían de palabra o por escrito,
sintetizando otras, o explicándolas atendiendo a la situación de las Iglesias,
conservando por fin la forma de proclamación, de manera que siempre nos
comunicaban la verdad sincera acerca de Jesús" (Dei verbum, 19).
Para meditar
(Comentario YouCat) Jesús es todo lo que Dios nos
quiere decir. Todo el Antiguo Testamento prepara la Encarnación del Hijo de
Dios. Todas las promesas de Dios encuentran su cumplimiento en Jesús. Ser
cristiano quiere decir unirse cada vez más profundamente con la vida de Cristo.
Para ello hay que leer y vivir los evangelios. Madeleine Delbrél dice: «A
través de su Palabra Dios nos dice quién es y lo que quiere; nos lo dice de
manera definitiva y para cada día. Cuando tenemos en las manos el Evangelio
deberíamos considerar que allí habita la Palabra que quiere hacerse carne en
nosotros, apoderarse de nosotros para que comencemos de nuevo su vida en un
lugar nuevo, en un tiempo nuevo, en un nuevo entorno humano».
(Comentario CIC) (C.I.C 129) Los cristianos, por tanto, leen el Antiguo Testamento
a la luz de Cristo muerto y resucitado. Esta lectura tipológica manifiesta el
contenido inagotable del Antiguo Testamento. Ella no debe hacer olvidar que el
Antiguo Testamento conserva su valor propio de revelación que nuestro Señor
mismo reafirmó (cf. Mc 12,29-31). Por otra parte, el Nuevo Testamento exige ser
leído también a la luz del Antiguo. La catequesis cristiana primitiva recurrirá
constantemente a él (cf. 1Cor 5,6-8; 10,1-11). Según un viejo adagio, el Nuevo
Testamento está escondido en el Antiguo, mientras que el Antiguo se hace
manifiesto en el Nuevo: Novum in Vetere latet et in Novo Vetus patet
(San Agustín, Quaestiones in Heptateucum, 2,73: PL 34, 623; cf. Dei
verbum, 16).
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario