jueves, 11 de diciembre de 2008

Jn 8, 34-36 Si el Hijo los libera, ustedes serán libres

(Jn 8, 34-36) Si el Hijo los libera, ustedes serán libres
[34] Jesús les respondió: «Les aseguro que todo el que peca es esclavo del pecado. [35] El esclavo no permanece para siempre en la casa; el hijo, en cambio, permanece para siempre. [36] Por eso, si el Hijo los libera, ustedes serán realmente libres.
(C.I.C 2466) En Jesucristo la verdad de Dios se manifestó en plenitud. ‘Lleno de gracia y de verdad’ (cf. Jn 1, 14), él es la ‘luz del mundo’ (Jn 8, 12), la Verdad (cf. Jn 14, 6). El que cree en él, no permanece en las tinieblas (cf. Jn 12, 46). El discípulo de Jesús, ‘permanece en su palabra’, para conocer ‘la verdad que hace libre’ (cf. Jn 8, 31-32) y que santifica (cf. Jn 17, 17). Seguir a Jesús es vivir del ‘Espíritu de verdad’ (cf. Jn 14, 17) que el Padre envía en su nombre (cf. Jn 14, 26) y que conduce ‘a la verdad completa’ (Jn 16, 13). Jesús enseña a sus discípulos el amor incondicional de la verdad: ‘Sea vuestro lenguaje: «sí, sí»; «no, no»’ (Mt 5, 37). (C.I.C 1741) Liberación y salvación. Por su Cruz gloriosa, Cristo obtuvo la salvación para todos los hombres. Los rescató del pecado que los tenía sometidos a esclavitud. ‘Para ser libres nos libertó Cristo’ (Ga 5,1). En Él participamos de ‘la verdad que nos hace libres’ (Jn 8,32). El Espíritu Santo nos ha sido dado, y, como enseña el apóstol, ‘donde está el Espíritu, allí está la libertad’ (2Co 3,17). Ya desde ahora nos gloriamos de la ‘libertad de los hijos de Dios’ (Rm 8,21).

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