viernes, 19 de diciembre de 2008

Jn 10, 16-18 El Padre me ama porque yo doy mi vida

(Jn 10, 16-18) El Padre me ama porque yo doy mi vida
[16] Tengo, además, otras ovejas que no son de este corral y a las que debo también conducir: ellas oirán mi voz, y así habrá un solo Rebaño y un solo Pastor. [17] El Padre me ama porque yo doy mi vida para recobrarla. [18] Nadie me la quita, sino que la doy por mí mismo. Tengo el poder de darla y de recobrarla: este es el mandato que recibí de mi Padre».
(C.I.C 703) La Palabra de Dios y su Soplo están en el origen del ser y de la vida de toda creatura (cf. Sal 33, 6; 104, 30; Gn 1, 2; 2, 7; Qo 3, 20-21; Ez 37, 10): “Es justo que el Espíritu Santo reine, santifique y anime la creación porque es Dios consubstancial al Padre y al Hijo [...] A Él se le da el poder sobre la vida, porque siendo Dios guarda la creación en el Padre por el Hijo” (Oficio Bizantino de la Horas. Maitines del domingos según el modo segundo, Antifonas 1 y 2 (“Parakletikés”). (C.I.C 2274) Puesto que debe ser tratado como una persona desde la concepción, el embrión deberá ser defendido en su integridad, cuidado y atendido médicamente en la medida de lo posible, como todo otro ser humano. El diagnóstico prenatal es moralmente lícito, “si respeta la vida e integridad del embrión y del feto humano, y si se orienta hacia su protección o hacia su curación [...]. Pero se opondrá gravemente a la ley moral cuando contempla la posibilidad, en dependencia de sus resultados, de provocar un aborto: un diagnóstico que atestigua la existencia de una malformación o de una enfermedad hereditaria no debe equivaler a una sentencia de muerte” (Donum vitae 1, 2). (C.I.C 2275) Se deben considerar “lícitas las intervenciones sobre el embrión humano, siempre que respeten la vida y la integridad del embrión, que no lo expongan a riesgos desproporcionados, que tengan como fin su curación, la mejora de sus condiciones de salud o su supervivencia individual” (Donum vitae, 1, 3). “Es inmoral […] producir embriones humanos destinados a ser explotados como «material biológico» disponible” (Donum vitae, 1, 5). “Algunos intentos de intervenir en el patrimonio cromosómico y genético no son terapéuticos, sino que miran a la producción de seres humanos seleccionados en cuanto al sexo u otras cualidades prefijadas. Estas manipulaciones son contrarias a la dignidad personal del ser humano, a su integridad y a su identidad” (Donum vitae, 1, 6) única e irrepetible.

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