martes, 2 de diciembre de 2008
Jn 7, 23 Yo he curado a un hombre en sábado
(Jn 7, 23) Yo he curado a un hombre en sábado
[23] Si se circuncida a un hombre en sábado para no quebrantar la Ley de Moisés, ¿cómo ustedes se enojan conmigo porque he curado completamente a un hombre en sábado?
(C.I.C 428) El que está llamado a "enseñar a Cristo" debe por tanto, ante todo, buscar esta "ganancia sublime que es el conocimiento de Cristo"; es necesario "aceptar perder todas las cosas para ganar a Cristo, y ser hallado en Él " y "conocerle a Él, el poder de su resurrección y la comunión en sus padecimientos hasta hacerme semejante a Él en su muerte, tratando de llegar a la resurrección de entre los muertos" (Flp 3, 8-11). (C.I.C 2173) El Evangelio relata numerosos incidentes en que Jesús fue acusado de quebrantar la ley del sábado. Pero Jesús nunca falta a la santidad de este día (Cf. Mc 1, 21; Jn 9, 16), sino que con autoridad da la interpretación auténtica de esta ley: ‘El sábado ha sido instituido para el hombre y no el hombre para el sábado’ (Mc 2, 27). Con compasión, Cristo proclama que ‘es lícito en sábado hacer el bien en vez del mal, salvar una vida en vez de destruirla’ (Mc 3, 4). El sábado es el día del Señor de las misericordias y del honor de Dios (Cf. Mt 12, 5; Jn 7, 23). ‘El Hijo del hombre es Señor del sábado’ (Mc 2, 28). (C.I.C 1779) Es preciso que cada uno preste mucha atención a sí mismo para oír y seguir la voz de su conciencia. Esta exigencia de interioridad es tanto más necesaria cuanto que la vida nos impulsa con frecuencia a prescindir de toda reflexión, examen o interiorización: “Retorna a tu conciencia, interrógala. [...] Retornad, hermanos, al interior, y en todo lo que hagáis mirad al testigo, Dios” (San Agustín, In epistulam Ioannis ad Parthos tractatus, 8, 9: PL 35, 2041).
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