lunes, 19 de noviembre de 2018
Comentario CIC al YouCat Pregunta n. 379.
(Respuesta YouCat – repeticion) Están
prohibidos el asesinato y la cooperación en el mismo. Está prohibido el asesinato
en la guerra. Está prohibido el aborto de un ser humano desde su concepción.
Están prohibidos el suicidio, la automutilacion y la autodestrucción. También
está prohibida la eutanasia, es decir, poner fin a la vida de personas
disminuidas, enfermas o moribundas.
Reflecciones
y puntos a profundizar (Comentario
CIC) (C.I.C.) 2270 La vida
humana debe ser respetada y protegida de manera absoluta desde el momento de la
concepción. Desde el primer momento de su existencia, el ser humano debe ver reconocidos
sus derechos de persona, entre los cuales está el derecho inviolable de todo
ser inocente a la vida (cf Congregación para la Doctrina de la Fe, Instr. Donum Vitae, 1, 1). «Antes de haberte
formado yo en el seno materno, te conocía, y antes que nacieses te tenía
consagrado» (Jr 1, 5). «Y mis huesos no se te ocultaban, cuando era yo
hecho en lo secreto, tejido en las honduras de la tierra» (Sal 139,
15).
Para meditar
(Comentario YouCat) Hoy se infringe a menudo la
prohibición de matar por motivos aparentemente humanos. Pero ni la eutanasia ni
el aborto son soluciones humanas. Por eso la postura de la Iglesia ante estas
cuestiones es de una claridad meridiana. Todo aquel que procure un aborto,
ejecutándolo directamente o prestando su colaboración necesaria, si el aborto
se produce, está automáticamente excomulgado. Cuando se suicida una persona
mentalmente enferma, su responsabilidad está no pocas veces disminuida y con
mucha frecuencia totalmente anulada.
(Comentario CIC) (C.I.C 2271) Desde el siglo primero, la Iglesia ha
afirmado la malicia moral de todo aborto provocado. Esta enseñanza no ha
cambiado; permanece invariable. El aborto directo, es decir, querido como un
fin o como un medio, es gravemente contrario a la ley moral. “No matarás el
embrión mediante el aborto, no darás muerte al recién nacido”. (Didaché, 2, 2; cf. Epístula Pseudo Barnabae 19, 5; Epístula
ad Diognetum 5, 6; Tertuliano, Apologeticum,
9, 8: PL 1, 371-372). “Dios […], Señor de la vida, ha confiado a los hombres la
excelsa misión de conservar la vida, misión que deben cumplir de modo digno del
hombre. Por consiguiente, se ha de proteger la vida con el máximo cuidado desde
la concepción; tanto el aborto como el infanticidio son crímenes abominables (Gaudium et spes, 51).
(Continua la Pregunta: ¿Qué
acciones están prohibidas por el precepto de no matar?)
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