sábado, 8 de julio de 2017
Comentario CIC al YouCat Pregunta n. 158.
(Respuesta YouCat) El cielo es el momento sin fin del
amor. Nada nos separa ya de Dios, a quien ama nuestra alma y ha buscado durante
toda una vida. Junto con todos los ángeles y santos podemos alegrarnos por
siempre en y con Dios.
Reflecciones y
puntos a profundizar (Comentario CIC) (C.I.C 1023) Los que
mueren en la gracia y la amistad de Dios y están perfectamente purificados,
viven para siempre con Cristo. Son para siempre semejantes a Dios, porque lo
ven "tal cual es" (1Jn 3, 2), cara a cara (cf. 1Co 13, 12; Ap 22, 4):
“Definimos con la autoridad apostólica: que, según la disposición general de
Dios, las almas de todos los santos [...] y de todos los demás fieles muertos
después de recibir el bautismo de Cristo en los que no había nada que purificar
cuando murieron [...]; o en caso de que tuvieran o tengan algo que purificar,
una vez que estén purificadas después de la muerte [...] aun antes de la
reasunción de sus cuerpos y del juicio final, después de la Ascensión al cielo
del Salvador, Jesucristo Nuestro Señor, estuvieron, están y estarán en el
cielo, en el reino de los cielos y paraíso celestial con Cristo, admitidos en
la compañía de los ángeles. Y después de la muerte y pasión de nuestro Señor
Jesucristo vieron y ven la divina esencia con una visión intuitiva y cara a
cara, sin mediación de ninguna criatura (Benedicto XII: DS 1000; cf. Lumen gentium, 49).
Para meditar
(Comentario YouCat) Quien
contempla a una pareja que se mira tiernamente; quien contempla a un bebé que busca
mientras mama los ojos de su madre, como si quisiera almacenar para siempre su
sonrisa, percibe una lejana intuición del cielo. Poder mirar a Dios cara a cara
es como un único y eterno momento de amor.
(Comentario CIC) (C.I.C 1024)
Esta vida perfecta con la Santísima Trinidad, esta comunión de vida y de amor
con Ella, con la Virgen María, los ángeles y todos los bienaventurados se llama
"el cielo" . El cielo es el fin último y la realización de las
aspiraciones más profundas del hombre, el estado supremo y definitivo de dicha.
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