lunes, 3 de julio de 2017

Comentario CIC al YouCat Pregunta n. 155.



YOUCAT Pregunta n. - 155 – Parte I. ¿Cómo nos ayuda Cristo en la muerte, si confiamos en él?


(Respuesta YouCat) Cristo nos sale al encuentro y nos conduce a la vida eterna. «No me recogerá la muerte, sino Dios» (santa Teresa del Niño Jesús).      

Reflecciones y puntos a profundizar  (Comentario CIC) (C.I.C 1005) Para resucitar con Cristo, es necesario morir con Cristo, es necesario "dejar este cuerpo para ir a morar cerca del Señor" (2Co 5,8). En esta "partida" (Flp 1,23) que es la muerte, el alma se separa del cuerpo. Se reunirá con su cuerpo el día de la resurrección de los muertos (cf. Credo del Pueblo de Dios, 28). (C.I.C 1006) "Frente a la muerte, el enigma de la condición humana alcanza su cumbre" (Gaudium et spes, 18). En un sentido, la muerte corporal es natural, pero por la fe sabemos que realmente es "salario del pecado" (Rm 6, 23; cf. Gn 2, 17). Y para los que mueren en la gracia de Cristo, es una participación en la muerte del Señor para poder participar también en su Resurrección (cf. Rm 6, 3-9; Flp 3, 10-11). (C.I.C 1007) La muerte es el final de la vida terrena. Nuestras vidas están medidas por el tiempo, en el curso del cual cambiamos, envejecemos y como en todos los seres vivos de la tierra, al final aparece la muerte como terminación normal de la vida. Este aspecto de la muerte da urgencia a nuestras vidas: el recuerdo de nuestra mortalidad sirve también par hacernos pensar que no contamos más que con un tiempo limitado para llevar a término nuestra vida: “Acuérdate de tu Creador en tus días mozos [...],  mientras no vuelva el polvo a la tierra, a lo que era, y el espíritu vuelva a Dios que es quien lo dio (Qo 12, 1. 7). 

Para meditar   

(Comentario YouCat) Contemplando la pasión y la muerte de Jesús incluso la muerte puede ser más llevadera. En un acto de confianza y de amor al Padre podemos decir «sí», como hizo Jesús en el Huerto de los Olivos. Esta actitud se denomina «sacrificio espiritual». El que muere se une con el sacrificio de Cristo en la cruz. Quien muere así, confiando en Dios y en paz con los hombres, es decir, sin pecado grave, está en el camino de la comunión con Cristo resucitado. Cuando morimos, no caemos más que hasta las manos de Dios. Quien muere no viaja a la nada, sino que regresa al hogar del amor del Dios que le ha creado.

(Comentario CIC) (C.I.C 1008) La muerte es consecuencia del pecado. Intérprete auténtico de las afirmaciones de la Sagrada Escritura (cf. Gn 2, 17; 3, 3; 3, 19; Sb 1, 13; Rm 5, 12; 6, 23) y de la Tradición, el Magisterio de la Iglesia enseña que la muerte entró en el mundo a causa del pecado del hombre (cf. Concilio de Trento: DS 1511). Aunque el hombre poseyera una naturaleza mortal, Dios lo destinaba a no morir. Por tanto, la muerte fue contraria a los designios de Dios Creador, y entró en el mundo como consecuencia del pecado (cf. Sb 2, 23-24). "La muerte temporal de la cual el hombre se habría liberado si no hubiera pecado" (Gaudium et spes, 18), es así "el último enemigo" del hombre que debe ser vencido (cf. 1Co 15, 26).      

(Continua la Pregunta: ¿Cómo nos ayuda Cristo en la muerte, si confiamos en él?)  

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