viernes, 7 de julio de 2017

Comentario CIC al YouCat Pregunta n. 157.



YOUCAT Pregunta n. – 157 - ¿Seremos llevados a juicio después de la muerte?


(Respuesta YouCat) El llamado juicio especial o particular tiene lugar en el momento de la muerte de cada individuo. El juicio universal, que también se llama final, tendrá lugar en el último día, es decir, al final de los tiempos, en la venida del Señor.    

Reflecciones y puntos a profundizar  (Comentario CIC) (C.I.C 1021) La muerte pone fin a la vida del hombre como tiempo abierto a la aceptación o rechazo de la gracia divina manifestada en Cristo (cf. 2Tm 1, 9-10). El Nuevo Testamento habla del juicio principalmente en la perspectiv a del encuentro final con Cristo en su segunda venida; pero también asegura reiteradamente la existencia de la retribución inmediata después de la muerte de cada uno como consecuencia de sus obras y de su fe. La parábola del pobre Lázaro (cf. Lc 16, 22) y la palabra de Cristo en la Cruz al buen ladrón (cf. Lc 23, 43), así como otros textos del Nuevo Testamento (cf. 2Co 5,8; Flp 1, 23; Hb 9, 27; 12, 23) hablan de un último destino del alma (cf. Mt 16, 26) que puede ser diferente para unos y para otros. 

Para meditar   

(Comentario YouCat) Al morir, cada hombre llega al momento de la verdad. Ya nada puede ser eliminado o escondido, nada puede ser cambiado. Dios nos ve como somos. Llegamos ante su juicio, que todo lo hace «justo», porque, si hemos de estar en la cercanía santa de Dios, sólo podemos ser «justos » (tan justos como Dios nos quiso cuando nos creó). Quizá debamos pasar aún por un proceso de purificación, quizá podamos gozar inmediatamente del abrazo de Dios. Pero quizá estemos tan llenos de maldad y odio, de tanto «no» a todo, que apartemos para siempre nuestro rostro del amor, de Dios. Y una vida sin amor no es otra cosa que el infierno.

(Comentario CIC) (C.I.C 1022) Cada hombre, después de morir, recibe en su alma inmortal su retribución eterna en un juicio particular que refiere su vida a Cristo, bien a través de una purificación (cf. Concilio de Lyon: DS 856; Concilio de Florencia: DS 1304; Concilio de Trento: DS 1820), bien para entrar inmediatamente en la bienaventuranza del cielo (cf. II Concilio de Lyon: DS 857; Juan XXII, Bula Ne super his: DS 991; Benedicto XII, Const. Benedictus Deus: DS 1000-1001; Concilio de Florencia: DS 1305), bien para condenarse inmediatamente para siempre (II Concilio de Lyon: DS 858; Benedicto XII: DS 1002; Concilio de Florencia: DS 1036). “A la tarde te examinarán en el amor” (San Juan de la Cruz, Avisos y sentencias, 57).      

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