jueves, 5 de enero de 2017
Comentario CIC al YouCat Pregunta n. 109.
(Respuesta YouCat – repeticion) Con Jesús
uno de nosotros ha llegado junto a Dios y está allí para siempre. En su Hijo,
Dios está humanamente cercano a nosotros los hombres. Además Jesús dice en el
evangelio de san Juan: «Y cuando yo sea elevado sobre la tierra, atraeré a
todos hacia mí» (Jn 12,32).
Reflecciones
y puntos a profundizar (Comentario CIC) (C.I.C
663) Cristo, desde entonces, está sentado
a la derecha del Padre: "Por derecha del Padre entendemos la gloria y
el honor de la divinidad, donde el que existía como Hijo de Dios antes de todos
los siglos, como Dios y consubstancial al Padre, está sentado corporalmente
después de que se encarnó y de que su carne fue glorificada" (San Juan
Damasceno, Expositio fidei, 75 [De fide orthodoxa 4, 2]: PG 94, 1104).
(C.I.C 664) Sentarse a la derecha del Padre significa la inauguración del reino
del Mesías, cumpliéndose la visión del profeta Daniel respecto del Hijo del
hombre: "A él se le dio imperio, honor y reino, y todos los pueblos,
naciones y lenguas le sirvieron. Su imperio es un imperio eterno, que nunca
pasará, y su reino no será destruido jamás" (Dn 7, 14). A partir de este
momento, los apóstoles se convirtieron en los testigos del "Reino que no
tendrá fin" (Símbolo
Niceno-Constantinopolitano: DS 150).
Para
meditar
(Comentario
YouCat) En el Nuevo Testamento, la Ascensión de
Cristo a los cielos marca el final de una cercanía especial del Resucitado con
sus discípulos a lo largo de cuarenta días. Acabado este tiempo, Jesús entra
con toda su humanidad en la gloria de Dios. La Sagrada Escritura expresa esto
mediante los símbolos de la «nube» y el «cielo». «El hombre», dice el papa
Benedicto XVI, «encuentra sitio en Dios». Jesucristo está ahora junto al Padre,
de donde vendrá un día «a juzgar a los vivos y a los muertos». La Ascensión
significa que Jesús ya no está en la tierra de forma visible, aunque está
presente y está aquí.
(Comentario CIC) (C.I.C 665) La ascensión de
Jesucristo marca la entrada definitiva de la humanidad de Jesús en el dominio
celeste de Dios de donde ha de volver (cf. Hch 1, 11), aunque mientras tanto lo
esconde a los ojos de los hombres (cf. Col 3, 3). (C.I.C 666) Jesucristo,
Cabeza de la Iglesia, nos precede en el Reino glorioso del Padre para que
nosotros, miembros de su cuerpo, vivamos en la esperanza de estar un día con El
eternamente. (C.I.C 667) Jesucristo, habiendo entrado una vez por todas en el
santuario del cielo, intercede sin cesar por nosotros como el mediador que nos
asegura permanentemente la efusión del Espíritu Santo.
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