martes, 26 de enero de 2016
586 ¿Qué significa la expresión «que estás en el cielo»?
(Compendio
586) La expresión bíblica «cielo» no indica un lugar sino un modo de ser: Dios
está más allá y por encima de todo; la expresión designa la majestad, la santidad
de Dios, y también su presencia en el corazón de los justos. El cielo, o la
Casa del Padre, constituye la verdadera patria hacia la que tendemos en la
esperanza, mientras nos encontramos aún en la tierra. Vivimos ya en esta
patria, donde nuestra «vida está oculta con Cristo en Dios» (Col 3, 3).
Resumen
(C.I.C 2802)
"Que estás en el cielo" no designa un lugar sino la majestad de Dios
y su presencia en el corazón de los justos. El cielo, la Casa del Padre,
constituye la verdadera patria hacia donde tendemos y a la que ya pertenecemos.
Profundizar y modos
de explicaciones
(C.I.C 2794) Esta
expresión bíblica no significa un lugar ["el espacio"] sino una
manera de ser; no el alejamiento de Dios sino su majestad. Dios Padre no está
"fuera", sino "más allá de todo" lo que acerca de la
santidad divina puede el hombre concebir. Como es tres veces Santo, está
totalmente cerca del corazón humilde y contrito: “Con razón, estas palabras
'Padre nuestro que estás en el Cielo' hay que entenderlas en relación al
corazón de los justos en el que Dios habita como en su templo. Por eso también
el que ora desea ver que reside en él Aquél a quien invoca” (San Agustín, De sermone Domini in monte, 2, 5. 17: PL
34, 1277). El "cielo" bien podía ser también aquellos que llevan la
imagen del mundo celestial, y en los que Dios habita y se pasea” (San Cirilo de
Jerusalén, Catecheses mystagogicae,
5, 11: PG 33, 1117).
Para la reflexión
(C.I.C 2795) El
símbolo del cielo nos remite al misterio de la Alianza que vivimos cuando
oramos al Padre. El está en el cielo, es su morada, la Casa del Padre es por
tanto nuestra "patria". De la patria de la Alianza el pecado nos ha
desterrado (cf. Gn 3) y hacia el Padre, hacia el cielo, la conversión del
corazón nos hace volver (cf. Jr 3, 19-4, 1a; Lc 15, 18. 21). En Cristo se han
reconciliado el cielo y la tierra (cf. Is 45, 8; Sal 85, 12), porque el Hijo
"ha bajado del cielo", solo, y nos hace subir allí con él, por medio
de su Cruz, su Resurrección y su Ascensión (cf. Jn 12, 32; 14, 2-3; 16, 28; 20,
17; Ef 4, 9-10; Hb 1, 3; 2, 13).
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