martes, 19 de enero de 2016
583. ¿Cómo es posible invocar a Dios como «Padre»? (Primera parte)
(Compendio
583) Podemos invocar a Dios como «Padre», porque el Hijo de Dios hecho hombre
nos lo ha revelado, y su Espíritu nos lo hace conocer. La invocación del Padre
nos hace entrar en su misterio con asombro siempre nuevo, y despierta en
nosotros el deseo de un comportamiento filial. Por consiguiente, con la oración
del Señor, somos conscientes de ser hijos del Padre en el Hijo.
Resumen
(C.I.C 2798)
Podemos invocar a Dios como "Padre" porque nos lo ha revelado el Hijo
de Dios hecho hombre, en quien, por el Bautismo, somos incorporados y adoptados
como hijos de Dios.
Profundizar y modos
de explicaciones
(C.I.C 2779)
Antes de hacer nuestra esta primera exclamación de la Oración del Señor,
conviene purificar humildemente nuestro corazón de ciertas imágenes falsas de
"este mundo". La humildad
nos hace reconocer que "nadie conoce al Padre, sino el Hijo y aquél a
quien el Hijo se lo quiera revelar" (Mt 11, 27), es decir "a los
pequeños" (Mt 11, 25). La purificación
del corazón concierne a imágenes paternales o maternales, correspondientes a
nuestra historia personal y cultural, y que impregnan nuestra relación con
Dios. Dios nuestro Padre transciende las categorías del mundo creado.
Transferir a Él, o contra Él, nuestras ideas en este campo sería fabricar
ídolos para adorar o demoler. Orar al Padre es entrar en su misterio, tal como Él es, y tal como el Hijo nos lo ha revelado: “La
expresión Dios Padre no había sido revelada jamás a nadie. Cuando Moisés
preguntó a Dios quién era Él, oyó otro nombre.
A nosotros este nombre nos ha sido revelado en el Hijo, porque este nombre
implica el nuevo nombre del Padre” (Tertuliano, De oratione, 3, 1: PL 1, 1257).
Para la reflexión
(C.I.C 2780)
Podemos invocar a Dios como "Padre" porque Él nos ha sido revelado por su
Hijo hecho hombre y su Espíritu nos lo hace conocer. Lo que el hombre no puede
concebir ni los poderes angélicos entrever, es decir, la relación personal del
Hijo hacia el Padre (cf. Jn1, 1), he aquí que el Espíritu del Hijo nos hace
participar de esta relación a quienes creemos que Jesús es el Cristo y que
hemos nacido de Dios (cf. 1Jn 5, 1) (Continua)
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