miércoles, 20 de enero de 2016

583. ¿Cómo es posible invocar a Dios como «Padre»? (Segunda parte - continuación)



583. ¿Cómo es posible invocar a Dios como «Padre»? (Segunda parte - continuación)      


(Compendio 583 - repetición) Podemos invocar a Dios como «Padre», porque el Hijo de Dios hecho hombre nos lo ha revelado, y su Espíritu nos lo hace conocer. La invocación del Padre nos hace entrar en su misterio con asombro siempre nuevo, y despierta en nosotros el deseo de un comportamiento filial. Por consiguiente, con la oración del Señor, somos conscientes de ser hijos del Padre en el Hijo.

Resumen

(C.I.C 2799) La Oración del Señor nos pone en comunión con el Padre y con su Hijo, Jesucristo. Al mismo tiempo, nos revela a nosotros mismos. (Gaudium et spes, 22).    

Profundizar y modos de explicaciones

(C.I.C 2781) Cuando oramos al Padre estamos en comunión con Él y con su Hijo, Jesucristo (cf. 1Jn 1, 3). Entonces le conocemos y lo reconocemos con admiración siempre nueva. La primera palabra de la Oración del Señor es una bendición de adoración, antes de ser una imploración. Porque la Gloria de Dios es que nosotros le reconozcamos como "Padre", Dios verdadero. Le damos gracias por habernos revelado su Nombre, por habernos concedido creer en Él y por haber sido habitados por su presencia.  

Para la reflexión

(C.I.C 2782) Podemos adorar al Padre porque nos ha hecho renacer a su vida al adoptarnos como hijos suyos en su Hijo único: por el Bautismo nos incorpora al Cuerpo de su Cristo, y, por la Unción de su Espíritu que se derrama desde la Cabeza a los miembros, hace de nosotros "cristos": Dios, en efecto, que nos ha destinado a la adopción de hijos, nos ha conformado con el Cuerpo glorioso de Cristo. Por tanto, de ahora en adelante, como participantes de Cristo, sois llamados "cristos" con todo derecho. (San Cirilo de Jerusalén, Catecheses mystagogicae, 3, 1: PG 33, 1088). El hombre nuevo, que ha renacido y vuelto a su Dios por la gracia, dice primero: "¡Padre!", porque ha sido hecho hijo (San Cipriano de Cartago, De dominica oratione, 9; PL 4, 541). (Continua

(Continua la pregunta: ¿Cómo es posible invocar a Dios como «Padre»?)  

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