lunes, 15 de julio de 2013
Is 53, 7-8 Fue detenido y juzgado injustamente
7 Al ser maltratado, se humillaba y ni siquiera abría su
boca: como un cordero llevado al matadero, como una oveja muda ante el que la
esquila, él no abría su boca. 8 Fue detenido y juzgado injustamente, y ¿quién
se preocupó de su suerte? Porque fue arrancado de la tierra de los vivientes y
golpeado por las rebeldías de mi pueblo.
(C.I.C 608) Juan Bautista, después de haber aceptado
bautizarle en compañía de los pecadores (cf. Lc 3, 21; Mt 3, 14-15), vio y
señaló a Jesús como el "Cordero de Dios que quita los pecados del
mundo" (cf. Jn 1, 29. 36). Manifestó así que Jesús es a la vez el Siervo
doliente que se deja llevar en silencio al matadero (cf. Is 53, 7; Jr 11, 19) y
carga con el pecado de las multitudes (cf. Is 53, 12) y el cordero pascual
símbolo de la Redención de Israel cuando celebró la primera Pascua (cf. Ex 12,
3-14; Jn 19, 36; 1Co 5, 7). Toda la vida de Cristo expresa su misión:
"Servir y dar su vida en rescate por muchos" (cf. Mc 10, 45). (C.I.C 601)
Este designio divino de salvación a través de la muerte del "Siervo, el
Justo" (Cf. Is 53, 11; Hch 3, 14) había sido anunciado antes en la
Escritura como un misterio de redención universal, es decir, de rescate que
libera a los hombres de la esclavitud del pecado (cf. Is 53, 11-12; Jn 8,
34-36). San Pablo profesa en una confesión de fe que asegura haber
"recibido" (1Co 15, 3) que "Cristo ha muerto por nuestros
pecados según las Escrituras"
(1Co 15, 3: cf. también Hch 3, 18; 7, 52; 13, 29; 26, 22-23). La muerte
redentora de Jesús cumple, en particular, la profecía del Siervo doliente (cf.
Is 53, 7-8; Hch 8, 32-35). Jesús mismo presentó el sentido de su vida y de su
muerte a la luz del Siervo doliente (cf. Mt 20, 28). Después de su Resurrección
dio esta interpretación de las Escrituras a los discípulos de Emaús (cf. Lc 24,
25-27), luego a los propios apóstoles (cf. Lc 24, 44-45).
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