domingo, 14 de julio de 2013
Is 53, 4-6 El fue traspasado por nuestras rebeldías y iniquidades
4 Pero él
soportaba nuestros sufrimientos y cargaba con nuestras dolencia, y nosotros lo
considerábamos golpeado, herido por Dios y humillado. 5 El fue traspasado por
nuestras rebeldías y triturado por nuestras iniquidades. El castigo que nos da
la paz recayó sobre él y por sus heridas fuimos sanados. 6 Todos andábamos
errantes como ovejas, siguiendo cada uno su propio camino, y el Señor hizo
recaer sobre él las iniquidades de todos nosotros.
(C.I.C 517) Toda la vida de Cristo es Misterio de Redención. La Redención nos viene ante
todo por la sangre de la cruz (cf. Ef 1, 7; Col 1, 13-14; 1P 1, 18-19), pero
este misterio está actuando en toda la vida de Cristo: ya en su Encarnación
porque haciéndose pobre nos enriquece con su pobreza (cf. 2Co 8, 9); en su vida
oculta donde repara nuestra insumisión mediante su sometimiento (cf. Lc 2, 51);
en su palabra que purifica a sus oyentes (cf. Jn 15, 3); en sus curaciones y en
sus exorcismos, por las cuales "él tomó nuestras flaquezas y cargó con
nuestras enfermedades" (Mt 8, 17; cf. Is 53, 4); en su Resurrección, por
medio de la cual nos justifica (cf. Rm 4, 25).
(C.I.C 1505) Conmovido por tantos
sufrimientos, Cristo no sólo se deja tocar por los enfermos, sino que hace
suyas sus miserias: "El tomó nuestras flaquezas y cargó con nuestras
enfermedades" (Mt 8,17; cf. Is 53,4). No curó a todos los enfermos. Sus
curaciones eran signos de la venida del Reino de Dios. Anunciaban una curación
más radical: la victoria sobre el pecado y la muerte por su Pascua. En la Cruz,
Cristo tomó sobre sí todo el peso del mal (cf. Is 53,4-6) y quitó el
"pecado del mundo" (Jn 1,29), del que la enfermedad no es sino una
consecuencia. Por su pasión y su muerte en la Cruz, Cristo dio un sentido nuevo
al sufrimiento: desde entonces éste nos configura con Él y nos une a su pasión
redentora.
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