jueves, 20 de junio de 2013
Is 40, 1-3 Preparen en el desierto el camino del Señor
1 ¡Consuelen,
consuelen a mi pueblo, dice su Dios! 2 Hablen al corazón de Jerusalén y
anúncienle que su tiempo de servicio se ha cumplido, que su culpa está paga,
que ha recibido de la mano del Señor doble castigo por todos sus pecados. 3 Una
voz proclama: ¡Preparen en el desierto el camino del Señor, tracen en la estepa
un sendero para nuestro Dios!
(C.I.C 719) Juan es "más que un profeta" (Cf. Lc
7, 26). En él, el Espíritu Santo consuma el "hablar por los profetas".
Juan termina el ciclo de los profetas inaugurado por Elías (Cf. Mt 11, 13-14).
Anuncia la inminencia de la consolación de Israel, es la "voz" del
Consolador que llega (Cf. Jn 1, 23; cf. Is 40, 1-3). Como lo hará el Espíritu
de Verdad, "vino como testigo para dar testimonio de la luz" (Jn 1,
7; cf. Jn 15, 26; 5, 33). Con respecto a Juan, el Espíritu colma así las
"indagaciones de los profetas" y la ansiedad de los ángeles (Cf. 1P
1, 10-12): "Aquél sobre quien veas que baja el Espíritu y se queda sobre
él, ése es el que bautiza con el Espíritu Santo. Y yo lo he visto y doy
testimonio de que este es el Hijo de Dios [...] He ahí el Cordero de Dios"
(Jn 1, 33-36).
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