domingo, 16 de junio de 2013
Is 12, 3 Sacarán agua con alegría de las fuentes de la salvación
3 Ustedes sacarán agua con alegría de las fuentes de la
salvación.
(C.I.C 2560) "Si conocieras el don de Dios" (Jn 4,
10). La maravilla de la oración se revela precisamente allí, junto al pozo
donde vamos a buscar nuestra agua: allí Cristo va al encuentro de todo ser
humano, es el primero en buscarnos y el que nos pide de beber. Jesús tiene sed,
su petición llega desde las profundidades de Dios que nos desea. La oración,
sepámoslo o no, es el encuentro de la sed de Dios y de sed del hombre. Dios
tiene sed de que el hombre tenga sed de Él (San Agustín, De diversis quaestionibus octoginta tribus, 64, 4: PL 40, 56).
(C.I.C 2561) "Tú le habrías rogado a él, y él te habría dado agua
viva" (Jn 4, 10). Nuestra oración de petición es paradójicamente una
respuesta. Respuesta a la queja del Dios vivo: "A mí me dejaron, manantial
de aguas vivas, para hacerse cisternas, cisternas agrietadas" (Jr 2, 13),
respuesta de fe a la promesa gratuita de salvación (cf. Jn 7, 37-39; Is 12, 3;
51, 1), respuesta de amor a la sed del Hijo único (cf. Jn 19, 28; Za 12, 10;
13, 1).
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